Correo Semanal. Dicho sin anestesia, la pesadilla se está volviendo una dura realidad: el Perú nuevamente –y por quinto año consecutivo- ve crecer sus áreas de cultivo de hoja de coca, principal insumo para la fabricación de cocaína.
Y mientras el país se repone de esta noticia, Gana Perú abre un nuevo flanco de debate acerca de la posible variación de su política antinarcóticos, como consecuencia lógica de la llegada de nuevos aliados.
El informe de monitoreo de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD), correspondiente al 2010, registra un incremento de 2,2% de los sembríos de coca con relación al año anterior.
La noticia fue recibida con cierto alivio: 61.200 hectáreas reportadas no llegan a superar las 62.000 de Colombia.
Sin embargo, también dio cuenta que pese a la inyección de varios millones en el VRAE (Valle de los ríos Apurímac y Ene) en desarrollo alternativo y prevención, los sembríos se dispararon en esa cuenca.
A partir de estos resultados, los índices de producción de droga –que también serán inquietantes-, se postergaron para agosto próximo.
Cifras calientes
El Presidente de Devida, Rómulo Pizarro, acompañó la presentación de las cifras de ONUDD con una exposición titulada –no sin poco triunfalismo- “La contención del narcotráfico y el efecto globo en el país”.
Según explicó en Colombia la totalidad de sus sembríos se dirigen al narcotráfico y en el Perú solo 53.400 hectáreas van a la producción de drogas. El resto, 7990, se orientan al consumo tradicional de la hoja de coca.
Pero las estadísticas no mienten: a pesar de todos los esfuerzos oficiales, en los últimos cinco años aparecieron 13,000 nuevas hectáreas de coca dado que la fabricación de estupefacientes sigue siendo una poderosa industria que sustenta a miles de familias pobres en trece regiones del país.
“Este problema tiene más de 30 años y hoy estamos ante un punto de quiebre, porque hemos detenido el efecto “espejo” de Colombia y porque por primera vez el ritmo de crecimiento (de las áreas cultivadas) ha descendido” se defiende Pizarro.
El efecto “espejo”, o “globo” se refiere a la consecuencia del Plan Colombia, que invirtió desde el año 2000 más de US $ 1,000 millones para combatir el narcotráfico, logrando que la superficie de sombríos de coca cayera en 57%.
Solo en el 2010 el descenso en ese país fue de 15%. Si bien el déficit colombiano no fue absorbido totalmente por los productores peruanos, explica gran parte del auge actual del negocio cocalero en nuestro territorio.
El Presidente de Devida destacó, además, que en el Alto Huallaga se redujo un 25% de sembríos cocaleros. En efecto, la sustitución de coca por productos de agroexportación –café, cacao, palma aceitera, entre otros- consolidó el llamado “modelo San Martín”, que combina erradicación, interdicción (desmantelamiento de pozas de maceración y laboratorios) y desarrollo alternativo.
Pero si bien el Alto Huallaga logra salir del infierno, otras nuevas regiones se sumergen de lleno en la economía de la droga.
Vanos esfuerzos en el VRAE
Según el Gobierno Regional de Ayacucho, al cabo de los tres últimos años el Ejecutivo invirtió en el VRAE S/. 1,500 millones y el presidente Alan García enfatiza que está región es una prioridad de su gestión.
No obstante, los cocales en esta cuenca –que involucra las regiones de Ayacucho, Cusco y Junín- han registrado un crecimiento de 12,8% en el 2010.
32 por ciento del total de cultivos de hoja de coca en el país proviene del VRAE (*) Fuente ONUDD
“Constituye la cuenca cocalera de mayor extensión, muy por encima del Alto Huallaga y la Convención y Lares, y junto al crecimiento continuo de las hectáreas de coca es lo más preocupante del informe” precisa Flavio Mirella, representante de ONUDD.
El esplendor cocalero en el VRAE podría explicarse porque el 70% del presupuesto estatal en esta cuenca se invierte en acciones militares, dado que este lugar sirve de refugio de los principales remanentes del senderismo.
Días atrás, un informe previo de ONUDD indicó la pésima distribución de la inversión pública en el VRAE. Ahí se indicó que tres de los 29 distritos de esa cuenca concentran el 42% del presupuesto total.
Asimismo, Mirella precisa que en este valle el control de insumos químicos es casi inexistente y que no hay presencia de la cooperación internacional.
Pizarro intenta explicar el fracaso en el VRAE: “El 2009, el ministro de Economía Luis Valdivieso no desembolsó el presupuesto aprobado para la región. En el 2010 se ejecutaron S/ 20. millones para la implementación de garitas de control de insumos” aseveró.
Nuevos enfoques
Ahora bien, qué hará Gana Perú con la lucha antidrogas una vez instalado en Palacio de Gobierno. Esta es toda una incógnita si se considera que su principal vocero en el tema, el abogado Ricardo Soberón, alertó de una movida de tablero insospechada.
En un reciente artículo difundido en un circulo privado sostuvo: “La alianza triunfadora de Gana Perú ha tenido que ceder posiciones a Perú Posible, al sector de partidos de izquierda y algunos espacios para los cuatros del Partido Nacionalista. La consecuencia más evidente en materia de políticas sobre drogas y narcotráfico, es que la eventual, concesión del manejo de las relaciones exteriores a un posible aliado parlamentario –Perú Posible- deja con muy poco margen de acción (para) las posibilidades de revisar los fracasos de las estrategias basadas en la cooperación policial y militar de los EE.UU. al Perú durante la gestión de Toledo y García (2001-2011)”.
La critica aludiría a la presencia de Harold Forsyth en el futuro gabinete, ingreso que –como se sabe- ya levantó ojerizas en el nacionalismo. Contactado por Correo Semanal, Soberón evitó hablar del tema, aunque confirmó que, junto a Hugo Cabieses y Carlos Tapia, tienen a su cargo la trasferencia de Devida.
Una agenda pendiente
Soberón libra ahora un lucha contra “el mantenimiento del enfoque de reducción de la oferta” y la erradicación compulsiva contra los campesinos, y defiende –como planteaba el capítulo respectivo del plan de gobierno original de Humala- el enfoque de desarrollo alternativo y formas de control social para hacer frente a las crecientes pozas de maceración.
Lo cierto es que se recuerda con suma preocupación el ofrecimiento que hiciera el candidato Humala en Tingo María, cuando al final de su campaña expresó que “no permitirá” la erradicación de cultivos.
“Si eso ocurriera, podríamos triplicar las hectáreas de cultivos ilícitos en tres años”, advierte el experto Jaime García, pues según este, dicha erradicación sustenta la desaceleración del crecimiento de la coca.
Es por ello que –zanjadas las disputas internas-, se espera que el presidente electo ofrezca entre sus primeros anuncios de 28 de julio un conjunto de medidas para combatir al narcotráfico. Quizá después no haya más oportunidades para evitar que el país sea una nueva México o Colombia.
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