Tras realizar un estudio sobre el tema, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, CEPAL, proyectó que para este año la pobreza en la región aumentará en 1,1 por ciento, y la indigencia en 0,8 por ciento con relación al 2008. Según este análisis, las personas en situación de pobreza pasarán de 180 millones a 189 millones en 2009, mientras que las personas en situación de indigencia aumentarán de 71 millones a 76 millones.
Según este análisis, las personas en situación de pobreza pasarán de 180 millones a 189 millones en 2009 (34,1 por ciento de la población), mientras que las personas en situación de indigencia aumentarán de 71 millones a 76 millones (13,7 por ciento de la población).
Estas cifras indican un cambio en la tendencia de la reducción de la pobreza que se venía registrando la región. El estudio de la Cepal desvela además que la pobreza golpea más fuerte en América Latina a los niños y mujeres que al resto de la población: es 1,7 veces más alta en menos de 15 años que en adultos y 1,15 veces mayor en mujeres que en hombres.
Los nueve millones de pobres equivalen a casi un cuarto de la población que había superado la pobreza entre el 2002 y el 2008, que fueron 41 millones de personas, gracias al mayor crecimiento económico, la expansión del gasto social, el bono demográfico y las mejoras distributivas.
El aumento proyectado en la pobreza para el 2009 retrasará el cumplimiento del primer objetivo del Desarrollo del Milenio que consiste en erradicar la pobreza extrema para el 2015. Así, del 85 por ciento de avance que registraba la región en esta materia en 2008, se caerá al 78 por ciento en 2009.
Se espera que algunos países, como por ejemplo México, experimenten incrementos en los niveles de pobreza e indigencia superiores al promedio, debido a la reducción del Producto Bruto Interno (PBI) y al deterioro de la situación de empleo y salarios.
Sin embargo, la actual crisis tendrá un impacto inferior sobre la situación de pobreza regional que en turbulencias anteriores, como la crisis mexicana de 1995, la crisis asiática de 1988-2000 y la crisis de argentina de 2001 y 2002. El análisis señala que la región ha logrado mantener el poder adquisitivo de las remuneraciones y bajas tasas de inflación.