El debate mediático sobre el proyecto de “Ley de Desarrollo Docente” produjo reacciones que me hicieron recordar el “Conga va” del gobierno y “Conga no va” de sus opositores. Ahora era “CPM va” de los opositores versus “CPM no va” del gobierno. Otra vez un debate polarizador, causado por un lado por la dificultad del gobierno de comunicar de modo políticamente apropiado sus intenciones; y por otro lado, la reacción de objeción de quienes, sin haber leído aún el proyecto de ley, se engancharon de la expresión de la ministra Salas “con la nueva ley se derogaría la antigua Ley del Profesorado y la Ley de CPM” para expresar su preocupación.
Ello, pese a que la ministra dijo que se mantendrían las evaluaciones a los docentes para ascender y mejorar sus remuneraciones bajo criterios meritocráticos, incluyendo la evaluación de desempeño docente en el aula y la sanción con puntajes negativos a quienes no aprobasen las evaluaciones. En suma, mantendría los pilares de la CPM pero ampliando sus criterios y niveles. Eso permitiría incorporar de inmediato a los 225 mil maestros que aún están fuera de ella con sueldos congelados desde hace 6 años, (amparados por la antigua Ley del Profesorado con estabilidad laboral perpetua), haciendo obligatoria su evaluación continua.
Con todas esas variantes, esta nueva ley ya no sería la misma CPM (que según el APRA requería más de 10 años para ser implementada por falta de financiamiento), y se llamaría “Ley de Desarrollo Docente”.
No parecería que el Sutep pueda considerarlo como un triunfo, ya que se oponía a la CPM precisamente por su rechazo a cualquier posibilidad de que se toque el tema de la estabilidad laboral perpetua. Más bien parecería que la dirigencia formal sutepista habría tenido que ceder posiciones (a cambio de mejores sueldos) para no perder liderazgo frente a la arremetida de los radicales del CONARE.
Escribo esta columna el miércoles, sin saber qué anunciará el gobierno en los días siguientes. Pero no quería dejar de compartir mis preocupaciones, porque no será la última vez que se produzcan debates que agudicen las fracturas de nuestra sociedad.