Cáritas del Perú, brazo social de la Iglesia Católica, cumple 59 años contribuyendo al desarrollo humano integral de las poblaciones más pobres y alejadas del país, desarrollando programas y proyectos junto a la Red de 48 Cáritas Diocesanas distribuidas en los 24 regiones del país.
“En la actualidad, estamos ejecutando 40 proyectos con un presupuesto de más de 23 millones de nuevos soles, lo que permite beneficiar directamente a más de 30,000 familias peruanas participantes de nuestros programas y proyectos. Estos proyectos son financiados por empresas, fundaciones, fondos contravalores, Cáritas hermanas e instituciones públicas y privadas, nacionales y extranjeras”, informó la institución a INFOREGIÓN.
Adicionalmente, en el año 2013 Cáritas del Perú ha apoyado a través de su Programa de Asistencia y Obras Sociales a 161, 046 personas vulnerables del país.
“Entre nuestros principales logros se encuentran las Cadenas Productivas que promueven el cultivo de alfalfas dormantes para la alimentación y crianza del ganado vacuno, lo que aumenta la productividad de leche hasta la obtención de derivados lácteos como son el queso, yogurt y manjar blanco. Fomentamos la generación de emprendimientos económicos para mejorar la calidad de vida de las familias campesinas pobres que viven en las zonas altoandinas del Perú”, señaló la fuente.
Cáritas también se aboca a la promoción de la salud, habiendo desarrollado la estrategia de educación comunitaria entre pares, como una fortaleza para la educación centrada en el cambio de prácticas saludables clave. Aquí destaca la labor voluntaria de las Educadoras Comunales en Nutrición, las cuales contribuyen a la reducción efectiva de la desnutrición crónica infantil y la anemia.
En educación básica contribuyen a mejorar la calidad de la educación primara en escuelas rurales en las regiones de Ayacucho y Huancavelica, mejorando el aprendizaje de niños y niñas, especialmente en las áreas de comprensión lectora y matemáticas.
Además fortalecen las prácticas pedagógicas entre los docentes para que los estudiantes desarrollen su aprendizaje en un ambiente apropiado, donde el niño se sienta seguro, respetado y querido. Los maestros y las maestras participan también en el control de la anemia, dando sulfato ferroso 2 veces por semana, apoyados por el equipo de salud del proyecto, que hizo el diagnóstico de anemia y estimó la dosis apropiada de sulfato ferroso para cada niño.
También han afianzado los modelos de intervención en educación inclusiva, orientados a fomentar el acceso de niños con discapacidad a la educación básica regular.
“La base de nuestro trabajo es la promoción del desarrollo humano integral, poniendo siempre en el centro de nuestras intervenciones a la persona humana en su integralidad, en su dimensión personal y comunitaria, la cual al ser creada a imagen y semejanza de Dios debe ser tratada con dignidad y respeto. Esta visión integral nos lleva a diseñar nuestras intervenciones buscando la participación activa de hombres y mujeres de las comunidades con las que trabajamos, asegurando procesos de promoción y desarrollo participativos y concertados”, se informó.
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