Nombrar dos identidades, tres fechas de nacimiento, un expediente perdido, una acusación por lavado de activos. Saltó a la fama cuando Lourdes Flores asumió su defensa.
Ahora otro de los abogados defensores de Adolfo Carhuallanqui es nada menos que Horacio Cánepa, un ex diputado del PPC involucrado en el fraude conocido como “Huanucazo” en 1995.
Cánepa estuvo prófugo varios años y luego reapareció por todo lo alto, en el 2006, cuando amadrinado por Lourdes Flores regresó a la política nuevamente como candidato –sin éxito– del PPC. (“Lourdes carga con el Huanucazo. Protege a autor de fraude electoral”. La República, 31.1.06).
Expediente perdido
La última escena de esta tragicomedia ha sido la pérdida del expediente 1602-82 en el que se implicaba a Carhuallanqui en el delito de tráfico de drogas (cien kilos de pasta básica de cocaína). Según la revista Caretas se arrancaron 14 páginas del libro Índice correspondientes a la letra “C” (de la 35 a la 48), de los años 1981 a 1987). Y en el libro Toma Razón desaparecieron 16 páginas, casualmente correspondientes a la letra “C” (de la 213 a la 228). (“Misterio Cataño”, 7.10.09).
Perder expedientes es una típica maniobra de los traficantes de drogas que borran así los rastros de sus delitos. Vladimiro Montesinos, por ejemplo, adquirió fama en los ambientes judiciales corruptos, desde fines de los años ´70, desapareciendo expedientes.
Resulta que después de esa acusación por narcotráfico, en el año 1982, en Junín, Carhuallanqui se esfumó. En agosto de 1984 obtuvo una libreta electoral en el distrito de La Victoria, en Lima, a nombre de Adolfo Carhuallanqui Porras.
Pero tres meses después, en noviembre de 1984, cuando Carhuallanqui estaba buscado por la policía por tráfico de drogas, obtuvo en Jesús María otra libreta electoral a nombre de César Cataño Porras.
Demasiada coincidencia.
Más de una década después, en 1996, Carhuallanqui-Cataño fue capturado por la policía. Fue absuelto por el Poder Judicial.
Los cambios de nombre y de fecha y lugar de nacimiento son explicados por Lourdes Flores por un problema de desarreglo familiar de la madre de Adolfo Carhuallanqui que, según la versión de la abogada y dirigente pepecista, habría tenido un hijo ilegítimo de un señor Cataño, en medio de un rosario de vástagos de su esposo Carhuallanqui.
El asunto es que Adolfo Carhuallanqui no sólo se cambió el apellido de Carhuallanqui a Cataño, sino también el nombre, de Adolfo a César. Por si fuera poco, también mudó el lugar de nacimiento de Junín a Lima, y el año de 1962 a 1965. Este último año es imposible, porque la madre tuvo en esa oportunidad otro retoño Carhuallanqui.
Error involuntario, dice Lourdes, que asegura que Adolfo Carhuallanqui-César Cataño nació en 1966.
Todo este enredo de nombres, fechas y lugares es interpretado por Lourdes Flores como desafortunadas distracciones de una familia humilde. Para la Procuradoría y la policía antidrogas son las típicas maniobras de alguien que quiere ocultarse de la justicia.
Ahora el Reniec ha anulado la inscripción de César Cataño y dejado vigente la original de Adolfo Carhuallanqui.
En el negocio aéreo
Adolfo Carhuallanqui se hizo conocido como corredor de autos (con el nombre de César Cataño) y como importador de vehículos usados de Japón. Allí se inició su vínculo con Lourdes Flores, que lo defendió exitosamente para que siguiera trayendo vehículos.
Carhuallanqui también incursionó en la política, candidateando sin éxito a la presidencia regional de Tacna por el PPC.
Ahora ha fundado Peruvian Airlines, una compañía que preside Lourdes Flores e integran familiares y amigos de Carhuallanqui.
¿De dónde obtuvo tanto dinero para crear una línea aérea que entrará a competir con las grandes del mercado? Según Lourdes Flores, el dinero salió del exitoso negocio de los autos usados.
De acuerdo a fuentes de la Procuraduría y la policía, ese es un cuentazo que nadie puede creer. La hipótesis que manejan es que Carhuallanqui ha movido más de US$ 200 millones en veinte empresas y sus negocios informales.
Algunos que lo conocen aseguran que Carhuallanqui no es un informal exitoso, surgido desde abajo, que ha amasado una enorme fortuna, como sostiene Lourdes Flores. Simplemente –dicen– no tiene la capacidad para eso.
En la versión que maneja la policía antidrogas, sería la cara visible de narcotraficantes para lavar dinero. De hecho, ahora lo investigan por lavado de activos y aseguran que Carhuallanqui no podrá demostrar el origen de su fortuna.
En cualquier caso, el futuro inmediato de Lourdes Flores en la política ha naufragado. Poner su imagen de mujer honesta al servicio de Carhuallanqui, es más de lo que los electores pueden soportar, aun en un país tan tolerante como el Perú.
(Puede ver el texto original en la página web de La República)
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