Las lágrimas esta vez eran de alegría. La pequeña Florcita, una niña de casi 10 años de edad, que por una rara enfermedad fue traída a Lima y luego dejada por sus familiares de escasos recursos que no tenían dinero para costear el tratamiento, volvió a reencontrarse con su madre más de cuatro años después, gracias a una campaña de INFOREGIÓN y la sensibilidad de un grupo de personas.
Eran las 5 de la tarde del pasado sábado 17 de julio cuando Janeth Espinoza Bello, la mamá, llegó a la plaza de armas de Chaclacayo, en Lima, gracias al apoyo de un profesional que no quiso revelar su nombre, pero que financió el pasaje, el alojamiento y la alimentación, y fue quien dio inicio a esta cadena de solidaridad.
La mujer, de unos 35 años, lucía ansiosa, llevando otro bebé en los brazos que apuraba un biberón. Mientras esperaba el momento para volver a ver a su hija tras cuatro años de ausencia, contó su triste historia:
«Florcita estaba enferma, tiene un problema en la columna vertebral que no la dejaba caminar. Con mucho esfuerzo la traje a Lima para internarla en el Hospital del Niño. Pero no tenía plata para las medicinas, no tenía dónde vivir ni qué comer, y no me quedó más remedio que dejarla en el hospital y regresarme a Aucayacu como pude», recuerda llorosa.
La niña, de cuatro años de edad, quedó en el centro médico sin mayores referencias de sus familiares. Pero por lo menos tenía un lugar seguro donde vivir, tres comidas calientes diarias y un tratamiento especializado para resolver su dolencia. Su buen carácter la hizo destacar entre otros niños en similar situación y pronto recibió el cariño de los médicos y enfermeras, especialmente de una -que tampoco quiso identificarse-, quien se interesó por el caso.
Entre tanto, el Estado, al no tener noticias de sus padres, la consideró como persona en abandono. El Instituto Nacional de Bienestar Familiar (INABIF) la tomó bajo su custodia y fue remitida al hogar San Francisco de Asís, en el kilómetro 30 de la carretera Central, cerca a la soleada localidad de Chosica.
Allí pasó cuatro años, junto a otros chicos en similar situación, recibiendo sus medicinas y asistendo a las consultas en el Hospital del Niño. Entre tanto, la amistad con la enfermera se incrementó y la pequeña poco a poco tuvo la confianza de ir contándole sus breves recuerdos -entre sollozos- y pidiendo volver a ver a su mamá.
La enfermera sentía que el corazón se le estrujaba al escuchar esa vocecita tan tierna y esa historia tan desgraciada. Pronto habló con su propio padre, un profesional de la ingeniería, y juntos iniciaron esta cruzada de solidaridad.
Cruzada solidaria
La niña creía provenir de Ayacucho, pero no era así. Un estudio cuidadoso de su ficha médica reveló un dato importante: había llegado de Aucayacu, en la selva de la región Huánuco. Pero, cómo ubicar a los padres que debían vivir en algún villorio de la enmarañada selva del Alto Huallaga.
Era un reto gigantesco al que INFOREGIÓN ayudó a resolver. Pronto el ingeniero y su hija enfermera tomaron contacto con nuestro equipo periodístico en Aucayacu, que de inmediato consideró el caso como una campaña social a la que sus mejores esfuerzos.
Los periodistas-corresponsales de INFOREGION en Aucayacu, Tony Bravo y Novel Panduro empezaron una intensa búsqueda por la zona y formularon continuos llamados a la población a través de la radio y la televisión. Los resultados llegaron pronto.
La humilde familia fue plenamente identificada y ubicada: era otro caso de pobreza extrema en nuestro país, pues la madre lavaba ropa ajena a cambio de unas monedas y el padre trabajaba cultivando en la chacra. En el interín, la pequeña Florcita ya tenía tres hermanitos.
Los amigos de Lima saltaron de alegría al saber la feliz noticia y acordaron financiar el viaje de la mamá hacia Lima para concretar el feliz reencuentro de este sábado en Chaclacayo.
El reloj ya marcaba las 5 y 10 de la tarde, mientras el sol empezaba un suave declive para ocultarse entre los altos edificios de Lima, cuando una pequeña figura apareció en la esquina de la mano de una tutora del hogar San Francisco de Asís.
!Era Florcita!
La madre salió del auto con el bebé en brazos y caminó hacia la pequeña, que la miró extrañada. «Soy tu madre, he venido a verte», le dijo la mujer con lágrimas en los ojos. Pero Florcita no la reconoció y volviéndose hacia sus tutores quiso alejarse recelosa. Habían pasado más de cuatro años…
Pero luego de una breve conversación entre los tutores, los amigos que la habían ayudado a encontrar a sus padres, y la propia mamá, la niña abrió sus brazos y se abrazaron en un momento de enorme felicidad.
Doña Janet Espinoza Bello prometió nunca más abandonar a su hija. Y gracias al apoyo solidario cumplirá su palabra mensualmente, visitándola hasta que culmine el tratamiento, para luego volver con ella a su Aucayacu natal.
En INFOREGIÓN podemos decir: misión cumplida.