La presidencia de la COP 26, que encabeza Alok Sharma, incluyó en un primer borrador un llamamiento a avanzar en el fin del uso de la energía del carbón y en el fin de las subvenciones a los combustibles fósiles. Sin plazos ni acciones específicas que vinculen a los países. Pero ello despertó la oposición de países como Arabia Saudí, que exigían lo que se denomina “neutralidad” para no señalar a ninguna tecnología o fuente en particular.
En una segunda versión de la declaración, difundida este viernes por la mañana, la presidencia pedía de forma genérica a acabar con el uso de carbón y de eliminar por completo con los subsidios a los combustibles fósiles a los países. Con esa nueva redacción se dejan abiertas dos puertas para los defensores de estos combustibles.
En el caso del carbón, se especificaba que el cierre de centrales no afectaría a las que cuenten con tecnologías de captura y almacenaje del dióxido de carbono. En el caso de los subsidios, el veto sólo afectaría a los subsidios “ineficientes”, lo que permite que cada país continúe discrecionalmente incentivándolas con fondos públicos.
Estos cambios entre el primer y segundo borrador han disgustado a algunos países, como han reconocido la Unión Europea o Estados Unidos. El vicepresidente de la Comisión, Frans Timmermans, ha pedido “una acción fuerte” respecto al carbón y los subsidios a los combustibles fósiles. De la misma forma, John Kerry, el jefe de la delegación de EE UU en la cumbre, ha defendido el fin de esos subsidios. La vicepresidenta española para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, también ha lamentado que se hayan incluido “matices” en la propuesta inicial de declaración final.
En el margen de los combustibles fósiles, en el texto de la declaración final se insta a los países a que “revisen y refuercen” a finales de 2022 sus objetivos de recorte de emisiones para 2030. Pues, la suma de los programas de recorte que tienen los países ahora mismo sobre la mesa no es suficiente. Para tener posibilidades de conseguirlo, la ciencia establece que en 2030 las emisiones de dióxido de carbono, el principal de los gases de efecto invernadero, deberán haber caído un 45% respecto a los niveles de 2010.
El borrador no es definitivo, ya que aún se necesitará que las 197 partes presentes estén de acuerdo con él, y es totalmente posible diluirlo. Si bien se esperaba que los acuerdos terminaran hoy viernes 12. Este se amplió hasta el día sábado porque aún se siguen conversando sobre los acuerdos.
Los negociadores de los casi 200 países presentes en Glasgow deben cerrar textos como el desarrollo de mecanismos de transparencia o la implementación del artículo 6 del Acuerdo de París que hace referencia a los intercambios de derechos o unidades de emisiones de gases entre países en los que también se incluyen al sector privado. Parte del debate es cómo evitar caer en una doble contabilidad: que un mismo derecho no pueda llevarse a los balances de reducción de dos países a la vez.
la propuesta presentada por la presidencia de la cumbre sobre este artículo 6, que no ha contentado a muchos grupos ecologistas. El texto, ha asegurado Greenpeace, abre la puerta al “derecho a la estafa al permitir el doble cómputo indefinido de una reducción de emisiones que solo se ha producido una vez, o que puede no haberse producido en absoluto”. Esta organización interpreta este paso como una “invitación al lavado verde a través de la compensación” de las emisiones.
Fuente: El País, CNN, SELA, El periódico