Según el Observatorio de Desplazamientos Internos (IDMC, por sus siglas en inglés), en los últimos 15 años, los desastres naturales originados por el impacto del cambio climático, tales como inundaciones, tormentas y ciclones, son la causa principal de desplazamientos internos en el mundo. Incluso, superan el número de personas que se han visto forzadas u obligadas a escapar o huir de su hogar, debido a los conflictos y violencia.
De acuerdo a la misma fuente, 59.1 millones de personas fueron desplazadas internamente en 2021. De esta cifra, 23,7 millones de ciudadanos lo hicieron a causa de eventos relacionados al clima y se estima que estas cifras sigan aumentando en los próximos años.
En ese sentido, el Perú no es un caso aislado en el tema. La Organización de las Naciones Unidas para la Cultura, las Ciencias y la Educación (Unesco) indica que en el territorio nacional hay cada vez más migrantes climáticos. En una investigación de dicha organización publicada en el 2021, se menciona que entre 2008 y 2019, de los 33 millones de peruanos, unos 656.000 se vieron obligados a desplazarse por catástrofes naturales. Solo el último episodio costero de El Niño, en 2017, ocasionó 300.000 desplazamientos.
Además, el Centro para el Monitoreo del Desplazamiento Interno (IDMC) advierte que en el país, “para el año 2100 los riesgos por movimientos humanos podrían incrementarse hasta niveles sin precedentes y dispararse la frecuencia e intensidad de los peligros ambientales”.
Recientemente, la Comisión Multisectorial del Estudio Nacional del Fenómeno El Niño (Enfen) emitió un comunicado donde precisa que, en lo que resta de marzo en la costa norte y la sierra noroccidental, las lluvias intensas continuarán, y de Tumbes hasta Ica los niveles de alerta ante posibles desbordes e inundaciones seguirán activos.
En esa línea, se recomendó a la población ‘tener en cuenta’ estos posibles escenarios para reducir los riesgos por desastres, a pesar que dicha ‘recomendación’ no evita las muertes y pérdidas, desde hace décadas. Dicha realidad se evidencia con el paso del Ciclón Yaku.
Hasta el reporte del miércoles 22 de marzo del Instituto Nacional de Defensa Civil (Indeci), el fenómeno climatológico de lluvias intensas y desborde de ríos ha generado la muerte de 69 personas; 10 874 damnificados; 74 022 afectados; cinco desaparecidos; 1 666 viviendas destruidas, 2 510 inhabitables y 31 453 afectadas.
Un hecho que ha dejado al descubierto la ausencia vigente de un Plan de Minimización de Riesgos por parte del Gobierno, además de una estrategia clara y articulada, entre las entidades del Ejecutivo, para enfrentar los efectos del cambio climático.
Por ello, hoy 26 de marzo, en el marco del Día Mundial del Clima y la Adaptación al Cambio Climático, Inforegión conversó con Víctor Santillán Leiba, comunicador y docente universitario especializado en desarrollo sostenible y acción climática de la Universidad Católica del Perú (PUCP), para analizar a quiénes impacta más el cambio climático en este complejo marco.
“El cambio climático afecta sobre todo a aquellas personas que menos han formado parte de las causas del cambio climático, es decir, a los más pobres y a los más vulnerables, aquellas que no cuentan con acceso a recursos básicos, saneamiento, salud, entre otras condiciones. El cambio climático se ha generado con mayor incidencia a partir del inicio de la industrialización y por diversas actividades del hombre, como la deforestación, y toda actividad que implica consumo y producción, liderada por grandes corporaciones y empresas, personas con mucho dinero y, curiosamente, estas son las menos afectadas”, explicó.
En esa línea, el especialista revela datos precisos sobre dicha consecuencia económica. “La ciencia ha estimado que 4 de cada 10 peruanos, si el cambio climático continúa de esta manera, corren el riesgo de caer en pobreza y pobreza extrema, debido a los fenómenos climáticos que vienen aumentándose”.
“El último fenómeno natural Yaku nos ha demostrado que cuando menos lo esperamos aquellas personas que se encuentran ubicadas en las riberas de los ríos y que no necesariamente tienen las mejores condiciones de desarrollo y acceso a oportunidades, se van a ver mucho más afectadas, ya sea con las inundaciones, con enfermedades que generan esas inundaciones, como el dengue y la malaria, o con la pérdida de oportunidades de trabajo”, agrega.
No obstante, además de las inundaciones y lluvias intensas también hay otros fenómenos naturales que colocan en riesgo a la población, los cuales tampoco cuentan con un plan de acción para ser atendidos, más allá de la adaptación y mitigación.
“La gran mayoría de peruanos se encuentran expuestos a los peligros que el cambio climático particularmente trae a nuestro país, esos cuatro peligros son: el derretimiento de los glaciares, inundaciones, movimientos de masa (como huaicos) y sequías. Estos podrían afectarnos en nuestros hogares por el incremento de precios en los mercados, a las personas que viven cerca a las riberas y pierden sus casas, a los agricultores que pierden sus cosechas, a los pescadores ante el incremento de la temperatura del nivel del mar. Pero, se ven muchos más afectados, aquellos que no tienen las condiciones habilitantes necesarias para superar la línea base de necesidades básicas”, adviertió.
Por otro lado, en relación a otros impactos, la agudización de la crisis alimentaria figura dentro de esta lista. Pues, como ha mencionado la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), la adecuada gestión del riesgo de desastres es un elemento clave para garantizar la seguridad alimentaria y nutricional en el contexto del cambio climático.
Sobre este aspecto, Santillán enfatiza en que la variación del clima debe abordarse desde el Estado y con un enfoque económico y articulado con el resto de sectores del Gobierno.
“Los agricultores cada vez necesitan más recursos para que sus hectáreas de cultivo logren la misma productividad, porque el cambio climático al variar la temperatura hace que produzcan menos, y por ende, tengan menos ingresos. En ese sentido, tenemos la afectación al cultivo y a las personas que cultivan y las personas que reciben y compran ese cultivo. Por ello, este no es un tema ambiental, es económico y transversal a todos los procesos de desarrollo. Entonces, ante la oferta y la demanda, los productos que escasean van a costar más y muchas menos personas van a poder acceder a ellos, porque no cuentan con el capital. Esto genera el incremento de la canasta básica, por ejemplo”, remarcó.
Finalmente, el especialista considera necesario ejecutar políticas de Estado que fortalezcan la mirada nacional sobre este tema que permita reducir considerablemente las muertes, desplazamientos internos y afectaciones económicas de personas en situación vulnerable.
“Si nosotros implementáramos acciones para adaptarnos al cambio climático en agricultura, y en general en todo, e invirtiéramos un sol, por cada sol invertido podríamos ahorrar 10 soles en poder prevenir las consecuencias que el cambio climático generaría. Sin embargo, para poder hacer frente a este desafío siempre hay políticas de Gobierno de largo plazo que empiezan hoy y no necesariamente terminan en cinco años, y el cambio climático no se trata de eso, se trata de políticas de Estado, es decir, una mirada de país para asegurar el bienestar de todos sus habitantes”, recomiendó el docente universitario.