Si bien conocemos a la Amazonía como una región cálida y húmeda, con abundante flora y fauna, no es inmune al cambio climático. En recientes años, nuestra Amazonía ha experimentado intensas sequías que han resultado en bajos niveles de los ríos, afectando el transporte fluvial, la economía y daños al bosque mismo. En los años 2005, 2010 y 2016, las sequías estuvieron asociados a El Niño o calentamiento del mar en el Pacífico central, y en el océano Atlántico tropical norte, y con el cambio climático, se estarían intensificando.
La última evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC en inglés) de las Naciones Unidas, prevé que las lluvias y la humedad del suelo se reducirán en promedio en la Amazonía. Pero los promedios pueden ser engañosos, sequías puntuales pero intensas pueden generar daños a la vegetación que tardarán en recuperarse. Además, una importante fracción de las lluvias que caen en el bosque tiene como fuente la humedad que el mismo produce, por lo que, el daño a este puede exacerbar la escasez de agua, no solo en la Amazonía, sino también en la región andina. Adicionalmente, los incendios forestales son más probables en condiciones secas, lo cual amplifica el daño al bosque. Y si le sumamos la deforestación producida directamente por las personas, el bosque amazónico es vulnerable ante una diversidad de presiones que se amplifican entre sí.
Sin embargo, lo más preocupante es la posibilidad de un colapso abrupto del bosque amazónico. Un reciente estudio publicado en la revista Science (McKay et al. 2022) ha revisado las evidencias científicas actualizadas sobre varios posibles colapsos abruptos en el sistema climático, tales como, el de los casquetes de Groenlandia y Antártida oeste, y ha concluido que con un calentamiento global de 2 grados o más habría la posibilidad de un colapso al menos parcial del bosque amazónico y si, el calentamiento excede 3 o 4 grados, sería probable que esto ocurra. Además, a estos valores habría que restar el calentamiento de 1 grado que ya hemos alcanzado, lo cual indica que no estamos lejos de llegar a este punto.
Si queremos evitar el colapso de nuestro bosque amazónico hay varias acciones que podemos realizar como país: exigir que a nivel global se reduzcan las emisiones de gases de efecto invernadero, dado que las emisiones del Perú son solo una pequeña fracción del total, evitar la deforestación a nivel nacional y asumir un rol líder en investigación científica en cambio climático amazónico. En ese camino el IGP sigue haciendo “Ciencia para protegernos, ciencia para avanzar”.