Todos conocemos la importancia de lograr un descanso reparador. Cuando terminamos el día y nos acostamos en nuestra casa, más aún si lo hacemos luego de una jornada extensa y cansadora, lo que más deseamos es poder dormir de manera cómoda y confortable, sin sufrir molestias que nos alejen del sueño o incluso nos haga despertarnos a mitad de la noche.
En ese sentido, tener una cama en excelente forma es clave para alcanzar el sueño deseado. Lamentablemente, no hay colchones que sean para siempre, por lo que nos vemos obligados a, dentro de una cantidad determinada de años, renovar nuestra cama para mantener la firmeza y comodidad que nos merecemos.
Si bien se suele recomendar cambiar la cama cada ocho años, esto varía de acuerdo a cada modelo y marca. Lo más importante, más allá de guiarte por los consejos que realizan los especialistas, es renovar tu cama una vez que la sientas ya blanda y que tu cuerpo se hunda, sin lograr mantener la estabilidad que se requiere para dormir recto.
Ten en cuenta muchas veces que el problema no es únicamente del colchón, sino también de la base y del somier. Con el uso y el tiempo estos se desgastan y empiezan a ceder frente al peso, por lo cual es necesario cambiarlo. Hoy en día existen distintas camas modernas que viene con una tecnología más duradera y resistente, que te permitirá prolongar la vida útil de tu cama y disfrutar por más tiempo de un sueño reparador.
Tipos de camas: qué ventajas presenta cada una al momento de dormir
Hoy en día puedes encontrar en las distintas diferentes modelos de camas, los cuales tienen diversos atributos y ventajas que debes tener en cuenta antes de comprar.
Hay camas de madera, con base en altura o sobre el nivel del suelo, con somier único y doble, posible de separarlo en dos camas individuales. Antes de elegir cuál de estas camas es ideal para ti, debes tener en cuenta una serie de variables a considerar.
La primera y fundamental es el espacio que cuentas para la cama. Si bien puede ser esto una verdad de Perogrullo, varias personas se han visto en serias dificultades por comprar una base de cama que luego no entra dentro de la habitación apuntada. Y, si te encuentras alquilando o viviendo dentro de un hogar que puede ser transitorio, debes considerar que el día de mañana quizás te encuentres en una casa con otras dimensiones, más pequeñas, forzándote a renovar tu mobiliario.
Para estos casos, una opción sumamente interesante son las camas tarimas. Estas vienen con una serie de bases que es posible modificar de acuerdo al espacio que se cuente, dado que utilizan varios pallets de madera. La posibilidad de modificar la tarima según los metros disponibles te permitirá ajustar tu cama en habitaciones de distintos tamaños, sin verte obligado a comprar una nueva.
También ten en cuenta la forma que tienes de dormir. Al momento de comprar, usualmente nos vemos tentados a elegir las camas de tipo King size que son de más de dos metros de ancho. Sin embargo, finalmente terminamos utilizando poco espacio del colchón, desaprovechando un montón de lugar de nuestra habitación.
Estas camas suelen ser recomendadas para quienes viven en pareja o suelen dormir acompañados. En caso de que seas de aquellas personas que prefieren dormir solas, una cama queen es una opción más que interesante.
Las medidas cama queen son más reducidas que la de una King pero bastante más amplias que una individual. Si bien cada modelo y marca presenta diferencias en cuanto a los tamaños, este tipo de camas suelen ser de entre un metro y medio y un metro ochenta de ancho. Estas medidas para una persona sola son más que suficientes, e incluso pueden dormir dos sin ningún tipo de inconveniente.
Una cama queen tamaño ideal en habitaciones más pequeñas, dado que te brindan la amplitud necesaria para dormir con comodidad y no ocupan espacios valiosos dentro de la pieza.
¿Por qué se recomienda cambiar la cama cada ocho y diez años?
A pesar de que estos números, como dijimos antes, son relativos, esconden algo de verdad. Quienes suelen promover la renovación de la cama se apoyan en el desgaste lógico que tienen a partir del uso cotidiano, como le suele suceder a cualquier objeto que vive en contacto permanente con la acción humana.
Piensa que usamos nuestra cama alrededor de ocho horas por día, contando únicamente el horario de sueño. Si además eres de las personas que disfrutan de ver una película o leer acostados, la cantidad de horas de uso aumenta.
El peso del cuerpo sobre la cama suele afectar la firmeza de la base, no solamente del colchón. Si bien lo primero que se suele cambiar es este último, dado que se ve más afectado y percutido que la cama, está también requiere de cierto mantenimiento o, en casos donde no hay remedio, cambio.
Las bases de las camas, dependiendo del tipo de material que tenga, suele desgastarse. Si son maderas, están pueden partirse o verse afectadas por el paso del tiempo, los que las vuelve más blanda e incomodas al momento de soportar el peso del colchón. En caso de los somieres, el relleno de las bases también se ve afectado por el uso diario, quitando soporte sobre el colchón.
Todo esto genera que nuestro cuerpo se hunda y no logre mantener la estabilidad necesaria para dormir, lo que suele traducirse en dolores de espalda y cintura. Muchas contracturas que suelen afectarnos en nuestro día a día se originan por un mal sueño, y evitarlas es más sencillo de lo que crees: debes mejorar la postura con la que duermes.
La salud depende de un montón de vari ables tanto físicas, alimenticias como mentales. Pero tener un buen sueño es determinante al momento de sentirte en armonía con tu vida y tu cuerpo. Una buena cama es fundamental para tener una vida mejor.