Producto del ataque senderista del primero de marzo de 1991, la comunidad de Mantaro ocasionó dos bajas a los terroristas de Sendero Luminoso, incluido el cabecilla ‘camarada Polinancio’, cuyo cadáver fue enterrado junto al de uno de sus compañeros al pie de una construcción precaria denominada Torreón Nº 4.
Esta información, según indicaron los comuneros, no fue entregada a los investigadores de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) debido a diversos rumores, en el sentido de que los familiares de los terroristas iban a recibir una supuesta indemnización dejando de lado a los pobladores que defendieron a su comunidad.
Los pobladores también mencionaron que los restos de ‘Polinancio’ se encuentran enterrados boca abajo en ese hoyo y que, en su momento, fue reconocido como el feroz cabecilla debido a un tatuaje militar, pues su rostro resultó completamente desfigurado.
Habla raptada de 1991
Por otro lado, Nora Rivas Huamán, esposa de uno de los caídos, fue raptada por los senderistas en 1991. Ella contó que, junto a otros 41 comuneros, fue llevada a la localidad de Pitirinquini, donde fueron divididos en dos grupos.
Rivas fue a parar hasta la zona de Puerto Ene, cerca de la comunidad de Selva de Oro, donde pasó tres años de su vida con sus hijos Abraham y Fredy, esclavizados para cultivar y abastecer de alimentos a los terroristas.
Sus dos hijos fallecieron poco después, uno por anemia y el otro al caerse durante una apresurada evacuación del lugar ante la presencia de patrullas del Ejército Peruano. Sin embargo, no recuerda dónde enterró los cuerpos. La mujer logró escapar bajo engaños y se reintegró a su comunidad, donde empezó una nueva vida junto a su último hijo llamado Jaime.