«Matoneo entre niñas: poco visible pero preocupante” es una nota periodística que describe investigaciones que corroboran lo que he visto en mi experiencia: el bullying entre chicas es diferente al de los chicos, pero puede producir lesiones más graves y duraderas (Andrea Linares, El Tiempo, Colombia, 26/05/2012).
Las niñas y adolescentes pueden ser más crueles e hirientes que los varones. Su estilo es el de crear intrigas, ser peyorativas, humillantes, traicioneras; excluyen grotescamente de sus grupos a las “no deseadas”. Las afectadas no son invitadas a juegos, fiestas o paseos; son blanco de habladurías, descalificaciones e intimidaciones virtuales. Como éstas desean ser aceptadas por quienes las rechazan, se deprimen, no quieren estudiar, se irritan, somatizan su malestar con dolores diversos especialmente de estómago y cabeza, piden cambio de colegio. Su autoestima está por los suelos.
A diferencia de lo varones, entre quienes es más común la intimidación física, insultos, empujones, golpes, entre las mujeres la intimidación es más sutil y encubierta. Su acoso social es más lesivo: hacen quedar en ridículo, inventan apodos y amenazan con divulgar algún hecho privado.
He visto además que para las víctimas que encuentran las fuerzas para sacudirse del yugo opresor y armar su grupo alternativo, la venganza puede ser terrible. Las “prestigiadas” de ayer se convierten en las “basureadas” de hoy, y con esos estigmas y resentimientos terminan el colegio.
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