La incomparable biodiversidad que ofrece la amazonía peruana, especialmente en la zona de la región Madre de Dios, ha favorecido una interesante oferta culinaria que es apreciada por propios y extraños, y que podría convertirse en un nuevo elemento diferenciador y a la vez atractivo para los turistas gastronómicos más exigentes.
Sin embargo, el cambio climático que amenaza a la región por efecto de la contaminación ambiental estaría a punto de generar un daño irreparable a muchos platos ya famosos, así como el olvido de costumbres ancestrales en la cocina popular.
Gran oferta de platos típicos
Dionisia Salva, experta cocinera con más de 30 años empuñando el cucharón, recuerda que las comidas típicas son el tacacho con chicharrones, pescado frito, asado de venado, picuru al horno, la carachupa y el sajino y otras delicias, así como refrescantes bebidas llamadas masato, chicha, aguajina.
Todos son típicos de la selva y se consumen mucho en la región de Madre de Dios, donde también podemos encontrar comidas típicas como juanes de arroz con gallina de chacra, con yuca o con pescado.
La conocedora indicó que los turistas prefieren más las comidas a base pescado, y para beber la aguajina, el maracuyá, la naranjada, el copasu y otros refrescos preparados a base de frutas de la región.
«Hace más de diez años no se tenía una gastronomía propiamente dicha, además de los juanes y el tacacho, conocidos como comidas típicas de toda la selva. Pero actualmente tenemos 75 platos en base a productos regionales que poco a poco se van modernizando, creándose nuevas comidas que significan la fusión de otros productos», agrega.
Los diversos productos de la región se combinan con otros sabores y recetas, sin dejar de lado la cocina internacional que también es apreciada por el turista, y favorecida por la variedad de productos que aquí se encuentran.
Así se da un valor agregado a platillos tan famosos como el bisteck con papas fritas y ensalada, expresa a su turno el gerente del Hotel Cabaña Quinta de Madre de Dios, don Salomón Pérez.
En la variedad está el gusto y Madre de Dios ofrece, a partir de su invalorable biodiversidad, la más amplia carta gastronómica capaz de satisfacer a todos los gustos. Hay que cuidarla.
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