Jaime Quijandría fue el ministro de Energía y Minas que tuvo la responsabilidad y destreza de dar el impulso final al proyecto Camisea, que abrió sus válvulas en la jungla del Cusco, en 2004. La semana pasada, la consultora Laub & Quijandría de la cual es directivo, organizó el Día de la Energía, seminario internacional que convocó a empresarios y financistas, para un urgente balance de los retos y las oportunidades que confronta la industria. “El sector de la energía nunca ha pasado un periodo tan confuso, con tan pocos logros y con tantos actores insatisfechos”, según la consultora. Se identificaron oportunidades de negocios por US$ 26,000 millones para que en el 2020 el país duplique la oferta energética necesaria para mantener la dinámica económica. “Se necesitan buenos proyectos, financistas, legislación adecuada y empresarios valientes que lo quieran hacer”, afirmó.
–Trazan ustedes dos escenarios al 2002: El primero, con déficit energético y el crecimiento del PBI cae al 4%. En el segundo, se construye el gasoducto sur andino, se modernizan las refinerías, y aumenta la producción de petróleo. ¿Estamos en un punto de inflexión?
–Venimos de una década donde hemos hecho cosas grandes. En Chilca nomás vemos cuatro generadoras térmicas de gas y ya nos acostumbramos. Eso costó un fierro de plata. Y por eso Lima no tiene apagones. Tal vez necesitemos apagones para acordarnos de que en un momento este país tuvo problemas de energía.
–¿Cuántos megavatios necesitamos al 2020?
–La demanda crece y se duplica en 10 años. Es un blanco móvil. Hoy tiene que satisfacer 6,000 MW pero dentro de 10 años tiene que satisfacer el doble. Hay dos centrales hidroeléctricas grandes que están en proceso de construcción: Cerro del Águila y Chaglla, de 500 MW cada una, y otras menores. ¿Pero después qué? Lo que pasa es que una hidroeléctrica toma 10 años desarrollarla. Ya debimos haber empezado. Ese es el problema. Cómo romper la inercia y comenzar a trabajar cada proyecto en su tiempo: hidroeléctrica por un lado, el petróleo, el desarrollo del gas que es muy complejo.
–¿Si no se rompe la inercia?
–Ya el 2016 podría ser un año malo si no vemos resultados. Pero tenemos una serie de ventajas. Ya tenemos proyectos identificados. Algunos proyectos tienen autorización del Ministerio de Energía y Minas, otros son trabajo de empresarios que vienen metiendo plata.
–Y sin embargo, en el escenario 2, con un crecimiento PBI del 5% anual, estaríamos llegando al 2020 con 900 MW de déficit.
–Así es.
–¿El portafolio de proyectos energéticos es insuficiente?
–Si comenzamos a pedalear un poco más rápido, proyectos hay. Desde 1960 sabemos que este país tiene una capacidad hidroenegética de más de 60,000 MW, eso lo vieron los alemanes. Tenemos 6,000 instalados, y necesitaremos 12,000 MW al 2020, pero podríamos poner 15,000 MW o 20,000 MW. Podríamos ser un país exportador de energía. Esto no es una utopía, ni es una declaración política que tiene que hacer el presidente para ganarse un titular. Esto se requiere construir. Hay que hacer un plan.
–¿No tenemos un plan?
–Hay un pre–plan. El problema es cómo lo vamos a hacer, quién lo va a financiar. ¿El sector público? ¿El sector privado? ¿Cómo resolver la maraña de trámites y permisos que hoy día está deteniendo la inversión?
–A pesar que hay proyectos identificados, ¿no tiene certeza que vayan a salir adelante?
–Ninguna garantía. Si no hay una actitud proactiva del Estado, además del entusiasmo de los promotores de los proyectos, esto simplemente puede terminar otra vez en un fiasco. El Perú está por primera vez en capacidad de financiar varios de estos proyectos grandes sin que ocurran milagros. Tenemos bancos, capacidad financiera y sobre todo promotores de proyectos entusiasmados.
–Ustedes han señalado que la prioridad es el desarrollo de Camisea.
–¿Qué cosa necesita Camisea? En primer lugar, seguridad. En segundo lugar, la ampliación del tamaño del tubo ya construido. Hoy podría estar moviendo mucho más gas, reservas hay, pero el tubo está saturado. Hagamos que en el Vraem se puedan hacer todas las ampliaciones y el mantenimiento necesario. Segundo, iniciemos de una vez por todas las dos vías que el gobierno ya ha establecido: la ampliación del ducto tradicional y el desarrollo del ducto del Sur, una licitación que entiendo se va a adjudicar en septiembre, una inversión entre US$ 12 mil millones a US$ 18 mil millones.
–¿Cuál debe ser el rol de Estado?
–El Estado necesariamente tiene que hacer la infraestructura de los tramos no rentables. Vendrán privados a poner la petroquímica, pero los tubos iniciales necesariamente los tiene que hacer el Estado. Lo que tenemos que hacer es seguir asegurando el desarrollo del mercado local, para lo cual no falta gas, falta infraestructura.
–Hace dos años el gasoducto Sur Andino iba a ser desarrollado mediante una concesión privada.
–El actual gobierno entró ofreciendo gas barato. Se equivocaron. Se puso el énfasis en una la redistribución de lo poquito que ha crecido el sector gas cuando en realidad la gran prioridad era el próximo Camisea. ¿Cuándo comenzamos a hacerlo?
–¿Le resulta claro la actual arquitectura financiera para el gasoducto sur andino?
–Entiendo que lo está revisando una consultora privada, y debe hacerse pública, todo el mundo está esperando eso. La pregunta es, ¿dónde ponemos los énfasis y cómo compatibilizamos los costos y los beneficios? Al final, es la tarifa del uso del ducto lo que nos debe interesar.
–Ya se hizo un gasoducto, subsidiado por la Red de Garantía Principal que se descontó de la tarifa eléctrica, y funcionó. ¿Por qué no se hace lo mismo?
–Hay una renuencia a programar estas cosas a partir de las experiencias exitosas. Seguimos pensando en la capacidad creativa del ejecutivo a cargo en ese momento.
CRUDA REALIDAD
–¿En cuanto al petróleo?
–Ahí tenemos varios problemas. Este país pasó de producir 200 barriles diarios, hoy 60 mil barriles. Y podríamos producir otra vez 100 o 120 mil barriles. Que no nos hace exportadores pero por lo menos nos quita el peso de lo que estamos gastando. Además hemos creado requisitos adicionales vía permisología y autorizaciones…
–¿Está de acuerdo con que Petroperú ingrese a la fase de producción?
–Petroperú es el resultado de una privatización mal hecha. Yo estuve a cargo de Petroperú y me fui por eso. Se les dijo que iba a salir mal. La gracia del petróleo es sacar petróleo barato, refinarlo, comercializarlo, venderlo. Y de eso viven las empresas. ¿Hoy PP qué es? Un conjunto de unidades de negocio separadas y que no tienen acceso a la fuente del recurso que es el crudo.
–¿En eso está de acuerdo con Humberto Campodónico?
–Bueno, no ha descubierto el agua tibia, pero así es. Ese es el negocio petrolero.
–¿Entonces Petroperú está bien encaminada?
–El tema es, y ese fue una de las conclusiones del evento, que necesitamos un consenso político. En las actuales circunstancias, quién puede hacer de manera más eficiente, no el cambio dramático de la industria, sino las tareas que se le han encomendado a Petroperú. Fortalecer a PP para que modernice la refinería de Talara, entre a producir asociado en algunos campos, y levante la producción actual que es bajísima. Es la forma más barata y más rápida.
–¿Y que el Estado se deshaga de ese activo o que lo transfiera a un privado?
–¿Es políticamente viable?
–¿Es técnicamente razonable?
–Las cosas no se resuelven por razones estrictamente técnicas. Yo personalmente pienso que es inviable hoy plantear la desaparición de PP.
–El lote petrolero de Talismán ha revertido al Estado. ¿Cómo resolvemos de ese herradero?
–Estoy seguro que si la información es sólida como nos han dicho, se consigue un socio. El problema es que luego habrá que dar explicaciones de por qué no hizo una subasta. Se ha perdido la confianza en lo que hace el Estado, tenemos el trauma cercano de los “petroaudios”. Ese es un problema que también tenemos que resolver. ¿Cómo manejar esta industria? Esta industria no se maneja con concursos.
–El precio del gas es declinante y la del petróleo bordea los US$ 100 el barril.
–La del petróleo probablemente se mantenga estable; la del gas me temo que se va a mantener relativamente bajo, porque EE.UU. se ha convertido en exportador; lo cual es bueno. La energía barata es buena. El Perú hoy es todavía un productor minero muy interesante, porque tenemos energía barata; el día que lo perdemos, esa característica de país minero, va a haber que ponerse en duda. (Entrevista: Marco Zileri)
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