Con una temperatura diaria entre los 19°C y 32°C, así como fuertes vientos a lo largo del año, sembrar en las extensas tierras del distrito de Olmos, en Lambayeque, requiere de esfuerzo, constancia y sobre todo de medios que garanticen que el agua llegue hasta el último de los cultivos.
Y como sostiene Antony Villegas Quiñones, talento de Beca Presidente de la República 2015 y máster en Ciencias de la Ingeniería y Administración de la Universidad de Queensland (Australia), para maximizar el potencial de la siembra hay que aprovechar lo que abunda: la energía del sol, canalizándola para sustituir al petróleo en el bombeo de los pozos subterráneos.
Natural de Chiclayo, a casi 107 km de los campos de limones que caracterizan a Olmos, Antony se interesó por las energías renovables desde los primeros años de su formación profesional en la U. Nacional Pedro Ruiz Gallo. Tras culminar sus estudios, concursó y ganó la Beca Presidente de la República que otorga el Programa Nacional de Becas y Crédito Educativo (Pronabec), lo que le permitió seguir un posgrado en Australia, país que cuatro años atrás ya invertía en la industria de energía solar y había cuadriplicado su capacidad fotovoltaica.
“En la costa del Perú, la energía solar también puede transformarse para alimentar no solo industrias, sino también viviendas y servicios, abaratando costos a largo plazo y sin afectar el medio ambiente”, explica Antony, quien en marzo de este año instaló la primera planta de energía solar en un fundo agrícola de la región.
La planta, ubicada en Olmos, en el Fundo Sinaí del Centro Poblado de Ancol, cuenta con 176 paneles solares y produce 37 kilowatts (W) al día, es decir, el equivalente a lo que consumen por alumbrado y electrodomésticos unas 37 viviendas cada 24 horas. Gracias a los paneles, actualmente se riegan 20 hectáreas del fundo sembradas con limones y maíz.
“Antes gastábamos S/283 en petróleo al día para bombear el agua y regar durante cuatro horas. Ahora gastamos S/83, pues el motor solo consume lo mínimo. Casi la totalidad del funcionamiento de la bomba depende de la energía solar”, asegura Carlos Bustamante, ingeniero agrónomo y uno de los propietarios del fundo, quien animó a sus socios a superar el recelo inicial e invertir alrededor de US$70 mil en la construcción e instalación de la planta.
“A este ritmo, en cuatro años se recuperará la inversión. Considerando que la planta tiene una vida útil de 25 años, y que alternativas al uso del petróleo como traer energía trifásica del pueblo más cercano es demasiado caro, la energía solar puede transformar toda esta zona”, asegura Antony, quien a sus 29 años empieza a hacerse conocido por su trabajo entre agricultores vecinos al fundo, interesados en conocer sobre el potencial de la planta y de la energía limpia.
A la fecha, en el Fundo Sinaí, los más recientes entusiastas de la energía solar son los trabajadores a cargo del riego y fertilización de los cultivos: gracias a la energía solar, por primera vez podrán trabajar sin verse obligados a ver los partidos de una Copa América en diferido, pues dos nuevos paneles solares servirán exclusivamente para alimentar la TV del recinto.
Próximo proyecto en Ferreñafe
Como parte de su Compromiso de Servicio al Perú, mediante el cual los becarios del Estado retribuyen el apoyo brindado trabajando o en labores de docencia, ya sea en el sector público o el privado, Antony comparte todo lo aprendido en el máster con estudiantes de su alma máter lambayecana, mediante un Taller de Energías Renovables.
Sus alumnos, estudiantes de Ingeniería Electrónica en el sexto y sétimo ciclo de la carrera, afirman sentirse orgullosos de su profesor y aspiran a seguir sus pasos. Por lo pronto, todo el grupo ultima detalles para la construcción e instalación de una planta de energía solar en un fundo de maíz, esta vez en el distrito de Ferreñafe. Esta nueva planta contará con 11 paneles y el inicio de obras está previsto para agosto próximo.
“La maestría es una oportunidad única. No es solo me permitió aprender algo nuevo y útil, también me facilitó el poder compartir todos estos conocimientos con estudiantes y profesionales de diferentes carreras. En ese sentido, la beca no solo me ha hecho un mejor profesional, sino también una mejor persona y con el propósito claro de servir a mi región”, afirma Antony.