La desertificación afecta directamente a más de 250 millones de personas. Amenaza las vidas de 1.200 millones de personas en 110 países que figuran entre los más pobres del mundo y cuya población depende de la tierra para la mayoría de sus necesidades. Hoy celebramos el día de la lucha contra la desertificación y la sequía.
A diferencia de lo que muchos creen, desertificación no es la pérdida de tierras por haberse transformado en desiertos, desertificación es la conversión de la tierra en áreas áridas. Entre los factores generadores de la desertificación se tiene la erosión hídrica y eólica de suelos, actividad agrícola sin prácticas de conservación de suelos, actividad ganadera, sobre pastoreo, pérdida de la cobertura vegetal, deforestación, quema y tala de bosques, aplicación de riego inapropiado, entre otros que degradan las tierras hasta volverlas áridas o “tierras secas”.
Debemos recordar que en el Perú la lucha contra la desertificación tiene una larga historia, desde la presencia de las culturas pre-colombinas, que data de más de cinco mil años asentadas en las costas áridas del país. Por ello debemos adoptar medidas destinadas a mejorar el entorno económico, conservar los recursos naturales y promover su uso sostenible, y rehabilitar las tierras degradadas.
Pero sobre todo, debemos adoptar medidas que mejoren los conocimientos sobre el proceso de desertificación, y realizar acciones con las poblaciones locales para prevenir y luchar contra la desertificación. Es importante mencionar que ya tememos, gracias al Ministerio del Ambiente (MINAM) y la GIZ, el Mapa de Tierras Secas del Perú, que ha identificado las zonas por donde podemos empezar.
Ahora debemos aumentar las capacidades técnicas, científicas y tecnológicas (investigación) y contar con sistemas de recojo y difusión del saber de las poblaciones locales en la lucha y prevención de la desertificación y la sequía. Un ejemplo de esto es lo que viene realizando el Proyecto: “Manejo Sostenible de la Tierra en Apurímac” que combina prácticas ancestrales con nueva tecnología, con el objetivo de recuperar la capacidad orgánica de la tierra, eliminando las amenazas de la desertificación.
Combatir la desertificación es esencial para asegurar la productividad a largo plazo de las tierras secas deshabitadas. Desafortunadamente, los esfuerzos por combatir este problema cada vez más creciente han fracasado con frecuencia y como resultado, la degradación de la tierra sigue empeorando.
La lucha contra la desertificación es, en definitiva, parte de un objetivo mucho mayor: el desarrollo sostenible. Es por ello fundamental compartir y difundir buenas prácticas entre agricultores, ganaderos y población en general para detener este proceso tan negativo para el desarrollo, como prácticas de conservación de suelos y utilización de compost para recuperar el suelo degradado. Si todos somos conscientes de la importancia de cuidar el agua, evitar la deforestación y la erosión de suelos, habremos dado un gran paso en esta lucha contra la desertificación.
Los comentarios están cerrados.