El analista en temas de narcotráfico Rubén Vargas Céspedes afirmó que el ataque a la comisaría de Occobamba fue obra de las bandas de productores y traficantes de pasta básica y clorhidrato de cocaína, que circulan por la ruta de Andahuaylas, y como una represalia a las recientes incautaciones de droga por parte de la Policía Nacional.
Occobamba es una ruta muy conocida por las mafias que operan en la parte sur del Valle del Río Apurímac y Ene (VRAE), recorre la provincia de Andahuaylas y de allí se dirige hacia la zona sur del Perú, dijo el abogado, quien advirtió que estas acciones delictivas están rebasando la capacidad del Estado y se ejecutan con gran impunidad.
“No es posible que se sigan atacando las comisarías en defensa del narcotráfico, el Gobierno debe tomar medidas y no ser observadores impávidos ante el accionar y el poder corruptor de las drogas”, fustigó.
Vargas reconoció que lamentablemente el sector Interior está con muchos problemas políticos por temas como la malhadada compra de patrulleros, y que en ese marco le debe ser difícil adoptar una estrategia efectiva contra el narcotráfico. Cómo es posible tener comisarías con 10 efectivos en zonas altamente peligrosas, como son las cocaleras. Allí debe enviarse personal altamente especializado, equipado y entrenado, recomendó.
Tácticas confusas
El abogado también dijo que los ‘narcos’ han aplicado algunas tácticas de la organización terrorista Sendero Luminoso (SL), con el objetivo de confundir a las autoridades, pero que existen claras señales que ponen en duda la participación de la banda maoísta.
Una de las más contundentes es la ausencia de propaganda subversiva, a través de volantes o pintas en las calles de la ciudad, actividad típica de SL. Otra señal sería el gran poder de fuego que aplicaron los atacantes contra el puesto policial, propio de un grupo bien abastecido de recursos económicos, como son los sicarios de la droga, antes que de una columna de remanentes del terrorismo.