Vestido como paciente de hospital, con polo blanco y pantalón azul pálido, el último líder histórico de Sendero Luminoso, Florindo Flores Hala, ‘Artemio’, sorprendió al tribunal que lo juzga asegurando que a él nadie lo capturó sino que se entregó voluntariamente.
“Que demuestren quién me capturó. Yo me puse a derecho”, desafió en el reinicio de su maratónico juicio oral, el pasado miércoles 26 de diciembre.
‘Artemio’ tergiversa, convenientemente, los hechos acaecidos hace un año.
El narco-senderista, como se sabe, cayó producto de una fina operación de inteligencia de la División de Investigaciones Especiales (Divinesp) de la Dirandro que incluyó la participación clave de 4 infiltrados, (CARETAS 2219).
Pero la secuencia de fotografías del momento exacto de su captura había sido mantenida en reserva hasta hoy por las Fuerzas Armadas.
Las imágenes corresponden a la mañana del 12 de febrero de 2012.
Alertada por un poblador identificado como “Marcos”, una patrulla del Batallón de Comandos N° 61 de la Primera Brigada de Fuerzas Especiales intervino lo que parecía ser una choza abandonada en el sector de Yacusisa, en la margen izquierda del río Huallaga, en Tocache.
Los comandos tumbaron la puerta empuñando sus armas de largo alcance, pero el empleo de la fuerza ya no era necesario.
‘Artemio’ yacía tumbado sobre un sucio colchón hablando incoherencias producto de la fiebre que lo consumía.
–“Soy un comando y quiero pelear contra Chile”–, musitaba quien fuera el amo y señor del Valle del Huallaga.
Eran las 9:00 a.m. y habían pasado casi 5 horas desde que uno de sus propios hombres de seguridad que él creía leal le disparó con una escopeta de perdigones calibre 16 a la que llaman ‘Huacharaca’.
La ráfaga no lo mató, pero le produjo heridas graves en ambas manos que no tardarían en infectarse. Malherido, el terrorista escapó del campamento en el que se escondía, en Santa Rosa de Mishollo.
Fue llevado por sus hombres a una posta médica donde fue atendido ambulatoriamente y luego cogió un bote para escapar por el río. A medio camino, sufrió una nueva traición.
Sus hombres encallaron el bote y lo abandonaron llevándose su mochila con dinero en efectivo.
Solo y sin fuerzas, ‘Artemio’ se escondió en una choza de madera y plátanos aguardando la muerte o un milagro que no llegaría.
LOS INFORMANTES
Mientras ‘Artemio’ era aprehendido por las FF.AA., los 4 infiltrados –a los que se les brindó los nombres clave de Erick Carpio, Lander Rodríguez, Sebastián Lingán y Santiago López– eran puestos a buen recaudo en la base de Pizana.
Terminaba así una operación que arrancó hace 6 años y que combinó con éxito la inteligencia electrónica con el trabajo de campo de un puñado de policías herederos del mítico GEIN, el equipo que capturó a Abimael Guzmán en 1992 (CARETAS 2222).
Y aquí es necesario subrayar que fue determinante la existencia de un fondo para pagar informantes.
Fueron finalmente ellos los que por dinero (el gobierno les pagó S/. 160,000 a cada uno) propiciaron la caída de ‘Artemio’. Oportunidad y sorpresa marcaron así el éxito policial en el Huallaga.
El último líder histórico de Sendero no imaginó que los hombres que lo cuidaban podrían traicionarlo. Unos 10 días antes de su captura hizo que su pelotón de seguridad practicara tiro al blanco.
El único que acertó en sus tres tiros fue Sebastián Lingán, el topo que le dispararía la madrugada del 12 de febrero del 2012.
Satisfecho de su efectividad con la escopeta, ‘Artemio’ se acercó a él y sonriendo le indicó: “Muy bien. Ahora serás tú el que me cuide”. (Américo Zambrano)