El Comercio. La ‘arqueología policial’ se ha convertido en una de las especialidades más importantes para los agentes de inteligencia de la Dirandro en los grandes casos de narcotráfico de las últimas décadas.
Gracias a ello, primero le echaron el guante al capo Fernando Zevallos Gonzales ‘Lunarejo’, luego al clan familiar de los Sánchez Paredes y ahora le tocó el turno al próspero empresario importador de autos y dueño de una compañía de aeronaves Adolfo Carhuallanqui Porras, también conocido como César Cataño Porras, quien fue denunciado la semana pasada ante la Fiscalía Provincial de Tacna por lavado de dinero proveniente del tráfico ilícito de drogas. Él presentó un desbalance patrimonial de unos US$42 millones.
El Comercio, que siguió de cerca la evolución de la investigación por blanqueo de capitales contra el también piloto de carreras, publica hoy en exclusiva el primer atestado policial que redactó la policía antidrogas en contra del joven Carhuallanqui Porras en octubre de 1982.
En este documento inédito, que desapareció sospechosamente el año pasado de los archivos de la Corte Superior de Huancayo, se indica que la policía descubrió indicios de hoja de coca en pleno proceso para convertirla en droga, así como restos de pasta básica de cocaína, en una poza de maceración instalada en la casa que en ese entonces habitaba el hoy dueño de la aerolínea Peruvian Airlines.
No solo eso, el atestado fechado en octubre de 1982 y signado con el N° 095-ITID señala que este personaje participó en la “producción, transporte y comercialización de diferentes cargas de droga, valorizadas hasta en 10 millones de soles de la época”. Por si fuera poco, también se indica que el denunciado se encargaba de “obtener la materia prima” para elaborar pasta básica. Según las fuentes del caso, la hoja de coca provenía de la selva ayacuchana y luego se procesaba en la sierra de Huancayo.
Este documento fue descubierto por agentes de la policía antidrogas en los viejos archivos de la Corte Superior de Huancayo y en la misma Dirandro. Allí se relatan las andanzas del joven Carhuallanqui Porras en el mundo del narcotráfico durante los años 80, cuando en el Perú solo se elaboraba pasta básica de cocaína.
También se narra que ese caso de drogas se originó luego de que la policía interviniera una vivienda en el anexo de Auray en setiembre de 1982 para detener a un grupo de personas que se dedicaba al robo de ganado para luego sacrificarlos y vender el producto.
Por aquellos años, comentaron fuentes allegadas al caso, la familia materna y paterna de Carhuallanqui se dedicaba a la venta de carne en el mercado de Huancayo. Sin embargo, los agentes nunca imaginaron que dentro de la casa, ubicada cerca de un río, iban a descubrir una poza de maceración.
Cabe recordar que, a fines del 2009, este diario reveló que Carhuallanqui fue acusado en dos atestados (095-ITID y 88-DPD-Junín) por narcotráfico en la década de los ochenta, los cuales derivaron en igual número de procesos judiciales ante la Corte Superior de Huancayo (Exp. 1602-82 y 1761-83, respectivamente).
A raíz de estos hechos, según las fuentes, el entonces joven de 20 años pasó a la clandestinidad en Lima junto con varios de sus coacusados y nunca volvió a ser visto hasta 1996, tal como lo prueba otro documento, al cual tuvo acceso El Comercio.
Este precisa que el empresario cambió su nombre –de Adolfo Carhuallanqui por el de César Cataño– para burlar a la justicia y no porque se enteró de la identidad de su verdadero padre, como hasta hoy asegura. Ese año fue detenido en Lima por una denuncia de documentos falsos. Cuando fue interrogado, confesó lo siguiente: “Me conocen con el nombre de César Cataño Porras porque no podía trabajar con mi verdadero nombre, por cuanto tenía problemas judiciales por tráfico ilícito de drogas en Huancayo”.
Acusaciones policiales
Alguien quería encubrirlo. Esta es la carátula del primer atestado policial (N° 095-ITID) contra Adolfo Carhuallanqui por narcotráfico en 1982. El documento fue desaparecido el 2009 de la Corte Superior de Huancayo.
Identidad bamba. Este es el atestado policial que en 1996 formuló la policía contra Adolfo Carhuallanqui por uso de documento falso. En ese entonces ya se encontraba prófugo por narcotráfico.
Tenía poza, pasta básica y hojas de coca. La policía acusó a Adolfo Carhuallanqui y a varios de sus familiares de ser narcos. En una de las casas que habitaba se descubrió una poza de maceración con restos de pasta básica de cocaína.
Se le conoce como César Cataño. En este mismo documento de 1996, al ser interrogado por la policía, Carhuallanqui confesó: “Me conocen con el nombre de César Cataño porque no podía trabajar con mi real identidad”.
Para recordar
Flores Nano fue su abogada. Lourdes Flores Nano estuvo vinculada con Adolfo Carhuallanqui Porras o César Cataño Porras desde el 2001 cuando fue abogada de su empresa Kanawaga ante el Tribunal Constitucional.
Luego desde el 2004 hasta el 2010 continuó ejerciendo su defensa legal y como presidenta del directorio de la aerolínea Peruvian Airlines. Posteriormente, renunció a dicho cargo para postular a la Alcaldía de Lima.
Los comentarios están cerrados.