Pancho Basurco es un artista textil peruano que rompe las barreras de lo convencional. Luego de recorrer algunas de las comunidades más remotas del Perú y parte de Europa, ha empezado a llevar su arte a otro nivel. Ya no solo busca enlazar hilos, sino también vidas.
A principios de los noventa, impulsado por el deseo innato de expresar su arte, comenzó sus estudios como diseñador gráfico. Fue por esas épocas que el joven Francisco se quedó anonadado tras oír el comentario sorpresivo de uno de sus profesores. «¿Tú qué haces acá? –le dijo–. Tú no eres diseñador; eres artista».
Años después, como quien sigue una premonición, optó por dar un giro y matricularse en la Escuela de Bellas Artes. En aquel entonces también viajaba con frecuencia a la ciudad del Cusco, y sentía que aquel lugar lo seducía.
Allí empezaron sus primeros experimentos con los textiles. «Dejé los bastidores, el óleo, la pintura tradicional con la que trabajaba en la escuela y empecé a comprar yute». No tardó mucho tiempo en darse cuenta de su pasión por el arte precolombino, gusto que encontró mayor asidero cuando se percató de que en el país existen pocos registros de aquella expresión artística, y decidió viajar por el interior del Perú en busca de inspiración. «Si no había una historia de la cual aprender, yo la iba a buscar».
Su proyecto fue evolucionando. Llegó a Europa en 2003, y ese mismo año, junto con otros cuatro artistas peruanos, hizo su primera exposición en Ginebra: La modernidad del arte precolombino. Después su arte llegaría a Alemania, Holanda, España y Francia, pero, como buen amante de la tierra a la que pertenecía, Pancho regresó.
Anudando la Tierra es un proyecto de arte colectivo que surge a partir de llevar el simbolismo de la obra plástica textil del artista Pancho Basurco, a un campo de acción y participación social.
El objetivo es tejer un inmenso textil escultórico utilizando hilos realizados con nudos tejidos previamente por miles de peruanos a través de intervenciones en diversos espacios urbanos y naturales del Perú. «Al igual que un hilo, cada persona es un universo en sí, y, a su vez, forma parte de algo más grande».
“Anudando la Tierra me llevó a Madre de Dios por primera vez. Desde entonces vuelvo para agradecer mi reencuentro con la vida. Abrazo al shihuahuaco, el maestro centenario, para recibir sabiduría y no quebrantar el frágil equilibrio de sus bosques”.
Tomado de Asia Sur, texto de Jesús Cuzcano