Cuando niña, Flor León Ponce tenía ganas de estudiar para, más adelante, vivir mejor; pero con los escasos recursos económicos de sus padres no se podía dar ese lujo. Al poco tiempo quedó huérfana y se vio obligada a trabajar “en lo que sea”. Estaba en eso cuando se enteró de una convocatoria de Odebrecht Perú para contratar gente. Flor acudió al llamado y hoy tiene razones más que suficientes para sentir que está progresando.
“Estaba en Tingo María haciendo trabajos eventuales cuando me dieron un folleto del programa de capacitación Creer. Fuimos casi 1,300 personas. Hicieron un examen psicotécnico y quedamos 315. Durante 15 días nos capacitaron en la sede de Monterrey de Odebrecht Perú. Nos evaluaron y felizmente aprobé el módulo básico”, recuerda.
En este módulo Flor y otras 179 personas fueron capacitadas en cinco áreas: seguridad, medio ambiente, calidad, ecología, salud ocupacional, incluyendo ética y valores. Con la acreditación respectiva, quedaron habilitados para pasar al módulo técnico de maquinaria pesada, lo que ocurrió ocho meses después.
“Yo antes no había agarrado siquiera una bicicleta. De pronto, de la noche a la mañana estaba en Odebrecht Perú eligiendo entre seis áreas para convertirme en una experta: carpintería, fierrería, albañilería, soldaduras, maquinaria pesada, turismo y hotelería”, cuenta emocionada.
Agrega que ella eligió maquinaria pesada porque siempre aspiró a estudiar Línea Amarilla. “De los 180 que éramos nos evaluaron durante dos meses en tres tipos de evaluación y quedamos veinte personas. De ellos, luego del examen médico quedamos catorce personas, doce varones y dos mujeres. Una de ellas soy yo”, afirma, orgullosa.
Flor y sus trece compañeros, cada uno desde una responsabilidad específica y una especialidad concreta, vienen construyendo junto a otros cientos de trabajadores de Odebrecht Perú la Central Hidroeléctrica Chaglla y el Complejo Hidroenergético Pillao.