Analizan riesgos por sequía en la cooperación internacional

Normalmente al pensar en cooperación y agua, el enfoque se dirige al conjunto de acciones WASH, siglas en inglés de agua, sanidad e higiene. Acciones humanitarias que hacen frente a situaciones derivadas de acontecimientos como catástrofes naturales o bien a desplazamientos de población o refugiados, fruto de tensiones políticas. Circunstancias en las que es imprescindible asegurar el abastecimiento de agua potable, el acceso al saneamiento respetando unas normas mínimas y la educación en salud e higiene para impulsar prácticas adecuadas.

Pero las acciones de cooperación internacional que se generan ante estos acontecimientos tan mediáticos, relegan otras realidades que no se producen de manera impactante, pero que también se están produciendo.

Hemos de ser conscientes, que los efectos del clima inciden de manera negativa en aspectos socioeconómicos como la agricultura o ganadería, y con ellos el sustento de millones de familias en todo el mundo.

La sequía es uno de los desastres naturales que mayor impacto tienen sobre el territorio, ya no solo por su vinculación directa con la vida de cultivos y ganado, sino que pone el peligro la propia provisión de agua para las personas, incluso obligando a la emigración de poblaciones enteras, episodios de hambre crónica y muerte.

Cabría aquí diferenciar dos tipos de sequía. La sequía meteorológica de la que derivan el resto y que afecta a macro regiones, y en su origen, además de causas naturales interviene la deforestación o el incremento de gases invernadero, factores influyentes en el cambio climático, y la sequía socioeconómica, que es la insuficiencia de agua para personas y la afección por la carestía hídrica en actividades económicas.

Frente a otros peligros naturales como inundaciones, sismos, deslizamientos que actúan de forma repentina, para que se produzca una sequía, es necesario unas condiciones climáticas duraderas en el tiempo, de escasas o nulas precipitaciones, su impacto en la sociedad es más paulatino, también por ello, más fácilmente predecible en el corto tiempo.

También las consecuencias duran más, y las acciones de cooperación, tanto en prevención y preparación, como paliativas en los efectos ante este tipo de catástrofes han de ser más exhaustivas y prolongadas.

Los estudios de predicción climática muestran como en los próximos años van a ser más frecuentes las sequías, por lo que necesariamente hemos de estar preparados para afrontar estos hechos. Se ha de actuar con mayor profusión sobre la vulnerabilidad de las comunidades tanto en la vertiente productiva y económica, como en el abastecimiento y calidad del agua. La tendencia cada vez mayor a que estos acontecimientos sigan produciéndose acelera la pérdida de cubierta vegetal, la degradación de suelos, así como la contaminación de acuíferos, sedimentación, la salinización y la alcalinización de suelos.

Se ha de actuar con mayor profusión sobre la vulnerabilidad de las comunidades tanto en la vertiente productiva y económica, como en el abastecimiento y calidad del agua.

En relación al cambio climático, muchos científicos ponen su mirada en América Latina, donde según el IPCC (Panel Intergubernamental de Cambio Climático) se sustituirán los bosques tropicales por sabanas, las tierras áridas ganarán espacio, y muchos cultivos perderán productividad.

Estos efectos se han hecho más notables en los últimos años en el Chaco boliviano, Chaco Central en Paraguay, zona nordeste del Brasil, la provincia de Jujuy en Argentina o las provincias de Independencia y Bahoruco en República Dominicana.

Regiones de América del Sur y Caribe reiteradamente afectadas por las sequías, y habitualmente receptoras de programas de cooperación al desarrollo de diversas agencias estatales de cooperación, entre las que se encuentra, entre otras, la AECID y las diferentes agencias de las Naciones Unidas.

Naciones Unidas ha querido que 2013 sea declarado el Año Internacional de la Cooperación en la Esfera del Agua, poniendo de relieve, entre otros problemas, el cambio climático. Junto con esta declaración, existen otras iniciativas relacionadas directamente con el riego de sequía y la desertificación, como la Reunión de alto nivel de políticas nacionales sobre la sequía que se ha llevado a cabo la semana pasada (11-15 de marzo de 2013) en Ginebra, con la finalidad de crear políticas comunes en la preparación y gestión de episodios de sequía.

La importancia de este tema también quedó patente en Rio +20, donde se consideró que uno de los principales desafíos mundiales en materia medioambiental, es luchar contra la desertificación, la sequía y la degradación de tierras.

Además de estos acuerdos a nivel global, cabría resaltar otras iniciativas que no responden a la cooperación norte-sur, sino que la escasez de agua genera muchas veces en las propias comunidades que sufren carestía, relaciones de cooperación y ayuda mutua.

Valiosos a este respecto son los estudios del geógrafo Aaron T. Wolf, del Departamento de Geociencias de la Universidad Estatal de Oregón. Si en un primer momento se pudiera pensar que la ausencia de agua puede provocar luchas y enfrentamientos por su posesión, por el contrario las colectividades buscan estrategias conjuntas adaptativas a la situación.

Véase el caso de gestión compartida del lago Titicaca por parte de Perú y Bolivia, creando una Autoridad Autónoma Binacional o el de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay que han promovido acuerdo de cooperación para la protección del Acuífero Guaraní.

El conflicto se genera cuando existen grandes cambios en la gestión de agua, como construcción de infraestructuras, o el desigual reparto de los recursos. Por lo que se deduce que no es la ausencia de agua, sino la forma en que las administraciones encauzan esta problemática la que puede generar conflictos.

No es la ausencia de agua sino la forma en que las administraciones encauzan esta problemática la que puede generar conflictos.

Como declaró Michel Jarraud, Secretario General de la Organización Mundial de Meteorología, “desde tiempos inmemoriales, la sequía ha sido un aspecto de la variabilidad natural del clima”. En 2013 nuestra sociedad no puede permitirse no colaborar y cooperar en la búsqueda de soluciones conjuntas que favorezcan la superación de la ausencia de agua.

Ante esto, las acciones de los principales agentes de la cooperación internacional, agencias y ONGD deberían focalizar sus esfuerzos y recursos en la creación de políticas por parte de las administraciones que impulsen el desarrollo de los recursos, invirtiendo en el aumento de la productividad de los suelos, y por otra parte buscando medios alternativos de subsistencia, más diversificados y con mejor acceso al mercado, permitiendo unos mayores ingresos económicos que permitan la sostenibilidad de la tierra y los medios de vida (Eduardo Bustillo/ www.iagua.es)