El Perú ya es el primer país exportador de clorhidrato de cocaína en el mundo, sobre todo hacia Europa. Esto puede ser catastrófico si caemos en la cuenta de que las premeditadas y canallescas convulsiones sociales que lo azotan crean un caldo de cultivo propicio para que los grandes carteles de la droga acaben instalándose en el Perú de forma definitiva.
Entrevisté hace tiempo a dos grandes especialistas sobre el tema como Alejandro Vassilaqui (CEDRO) y el agudo Fabián Novak. Ahora, con el objetivo de tomarle el pulso al país en lo que a droga se refiere y para analizar puntualmente la situación en que nos encontramos el día de hoy, entrevisto a Jaime García Díaz (53), cuya opinión sobre este tema es importantísima a todas luces. Es profesor de Economía en la Universidad de Lima (desde el año 95) e investigador del Instituto de Estudios Internacionales de la PUCP. Es consultor internacional de narcotráfico, comercio y medio ambiente. Ha trabajado con agencias de Cooperación de diversas instituciones y gobiernos, Naciones Unidas, Banco Mundial, Banco Interamericano de Desarrollo (BID), USAID, Unión Europea y otros países. Siempre ha apuntado a información y opiniones sobre la situación del narcotráfico en el Perú en todo instante. Ha escrito varios libros sobre este tema y elaborado junto con Fabián Novak, Carmen Masías y Sandra Namihas el libro «Lucha contra el narcotráfico en el Perú. Una estrategia para el gobierno 2011-2016». Ahora, en el restaurante Costa Verde, el mejor sitio para charlar, arrullados por el rumor de las olas, nace esta entrevista que a mí me hace temblar. Vayamos con ella. Pregunto:
-Usted es hoy un experto sobre el tema del narcotráfico. ¿Cuándo empezó a tocar ese tema?
Fue en el año 93, debido a que una de mis responsabilidades como viceministro de Industria era el control de insumos químicos que eran desviados hacia el narcotráfico. Me tocó hacer el primer reglamento de «insumos químicos y productos fiscalizados», que así se llamaba y se sigue llamando hasta ahora. Ácido sulfúrico, acetona, ácido muriàtico, óxido de calcio, permanganato de potasio, ácido clorhídrico y el querosene, entre otros. En ese momento entré en un mundo nuevo, el del narcotráfico, y empecé a analizarlo.
-Fue un viceministro muy joven. Tenía 33 años. Tendría usted un bagaje de estudios y de trabajo importante para llegar al cargo. Veamos esto. ¿Orígenes? ¿Familia? ¿Estudios? Sucintamente si puede.
Nací en Lima. Mi padre, piurano, era profesor de primaria en el colegio Antonio Raimondi y mi madre era enfermera en el Hospital Obrero de Trujillo. Clase media. Nací y viví toda mi vida en Santa Catalina, en La Victoria, soy el tercero de cuatro hermanos hombres. Estudié primaria en el colegio Maryknoll y luego pasé a los Salesianos (educación dura, rigidez). Siempre he sido muy estudioso. A mí me gustó mucho la economía, a través de la lectura en el colegio de Marta Harnecker, que interpretaba, sin la acidez de la lucha de clases, el materialismo histórico de Karl Marx. Eran los momentos álgidos del gobierno militar de Velasco. Yo empecé en la Universidad de Lima en el 77 y terminé en el 81, graduado en Economía. En el último año de estudios trabajé en el Banco de Londres, donde estuve hasta el año 83 (3 años en total) para ahorrar y poder viajar a Europa, a Barcelona, al IESE, donde estaba la Escuela de Negocios de la Universidad de Navarra para hacer mi Máster en Economía y Dirección de Empresas. Regresé al Perú en el 85 en un momento difícil económicamente para el Perú durante el primer gobierno de Alan García. Entré a trabajar en el grupo Unión, perteneciente a la familia Brescia, como Gerente Financiero en varias de sus empresas. Trabajé con ellos hasta el año 92, en que fui nombrado viceministro de Industria. Es todo.
-Ahora entiendo. En el 92 estaba Fujimori en el poder y usted era fujimorista.
No. Yo voté en el año 90 por Vargas Llosa. Por ser un economista con experiencia en el sector industrial un amigo mío me llamó para que me presentara a un proceso de selección para ocupar el puesto de viceministro de Industria. Lo único que hice ante la insistencia de mi amigo fue enviar mi currículo y dejar que me entrevistaran.
-Y obtuvo el puesto.
Fui seleccionado por el ministro Camet, que no conocía, pero éste pasó entonces a ser Ministro de Economía y lo sustituyó un arequipeño, a quien tampoco conocía, Alfonso Bustamante, que me llamó ratificando el proceso de selección. Me convertí en viceministro de Industria, dejando por lo tanto de trabajar en el grupo Brescia.
-Y fue entonces cuando entró en el tema del narcotráfico.
Habría que tomar en cuenta que a partir del año 94 la presencia del narcotráfico en el Perú disminuye hasta el año 2000, debido al traslado de los cultivos de hoja de coca a Colombia. Antes, mayoritariamente se abastecían de la pasta básica del Perú, y entonces promovieron los cultivos de hoja de coca en Colombia, afectando la producción en el Perú, que cayó a sus más bajos niveles históricos de producción en el año 1999. El Perú pierde la oportunidad, en los primeros años del nuevo milenio, de reducir en gran escala la presencia del narcotráfico en el país y, con el descuido de los dos últimos gobiernos es que, lamentablemente, el Perú se ha convertido a partir del año 2010 en el primer exportador de cocaína en el mundo.
-¿Primer exportador de coca? ¿Por qué exactamente?
En primer lugar porque en los últimos 10 años no ha habido una lucha frontal contra el narcotráfico, lo que ha permitido que su crecimiento sea sostenido. En segundo lugar porque en Colombia sí se ha aplicado una estrategia integral de lucha contra las drogas, que ha significado una reducción de más de 100 mil hectáreas de cultivos de coca en los últimos 10 años.
-¿Quién es el primer país productor de coca?
De acuerdo a las cifras de extensión de cultivos de Naciones Unidas Colombia sería el primer productor, con una producción potencial de alrededor de 350 toneladas de cocaína al año, y en el caso de Perú sería alrededor de 320 toneladas.
-¿Y entonces por qué es el Perú el primer exportador?
Porque en Colombia decomisan casi la mitad de la producción (o sea 155 toneladas) y en el Perú sólo 16 toneladas. Decomisamos el 10% de lo que decomisa Colombia. No hay una lucha frontal todavía.
-¿Es realmente una amenaza primaria para el país?
Es tal la cantidad de dinero que mueve el narcotráfico que hace millonario de la noche a la mañana a aquel que le hace un «favorcito» político que a ellos les conviene. Es la principal amenaza para el crecimiento económico del país, porque el narcotráfico a través de la corrupción se infiltra en todos los poderes del Estado. En el Congreso de la República, en el Sistema Judicial (tanto en el Poder Judicial como en el Ministerio Público), en las fuerzas del orden (militares y policías), en el gobierno central (nunca acabamos de saber qué puede pasar); en los gobiernos regionales y locales, además de los partidos políticos y empresas a través de las operaciones de lavado de activos. El objetivo del narcotráfico es debilitar la institucionalidad en el país.
-Luego el narcotráfico requiere para triunfar de la mayor descomposición posible de un país.
El narcotráfico tiene un comportamiento económico y por lo tanto busca aquel entorno más propicio para «su inversión». Ese es un entorno de instituciones débiles y corruptibles que, lamentablemente, lo encuentran en países como el nuestro.
-Hay otras actividades ilícitas que también están relacionadas con el narcotráfico.
Claro que sí. La minería informal, el contrabando, la trata de personas, la tala ilegal son actividades ilícitas que afectan a la nación y que tienen vasos comunicantes con el narcotráfico a través del financiamiento.
-¿De qué manera está afectando el narcotráfico a la seguridad del país?
El narcotráfico se ha convertido en el principal problema para la seguridad nacional. Hoy en día el narcotráfico contiene el mayor número de personas armadas que están enfrentando al Estado peruano tanto en el Alto Huallaga como en el VRAEM, así como los sicarios que defienden todo el negocio de las drogas desde la producción, el transporte y la comercialización de drogas. Hay un ejército de sicarios que no se ve, cuya presencia se extiende a los problemas de seguridad ciudadana. ¿Cuántos crímenes diarios tienen que ver con las drogas? El consumo de drogas trae mayor criminalidad. El 60% de los delitos comunes se producen por personas que están bajo los efectos de las drogas o tienen que ver con ellas. Ya está aposentándose aquí el narcotráfico de Colombia y México. Se sabe que el cartel mexicano de Sinaloa está ya operando en el Perú. Y el problema no es sólo de Colombia y México. En Brasil, por ejemplo, las favelas de Río de Janeiro son zonas liberadas en las que no entra ni la policía. Esta situación, si nos descuidamos, se va a replicar en el Perú, en lo que se refiere a zonas urbanas, y ya está funcionando en determinadas zonas cocaleras un fenómeno de territorios liberados por el narcotráfico en colusión con los remanentes de Sendero Luminoso (Alto Huallaga y VRAEM).
-¿Cuál es el peor escenario que se podría presentar en el Perú?
Que no hagan nada frente a esta situación, lo que implicaría la reinstalación de los grandes carteles mundiales en el Perú para convertirlo en su principal fuente de producción y exportación mundial. Todavía no podemos ni siquiera imaginar lo que esto supondría para la gobernabilidad en el país.
-iUf! Respiremos un poco. ¿Es usted casado? ¿Tiene hijos?
Trabajando en el Banco de Londres conocí a Lucy, que trabajaba allí y en el 83 me casé con ella y también me ayudó con mis estudios en el IESE. Tuve al primero de mis hijos, Jaime y me fui a Barcelona, regresando por 4 meses entre los años de estudio. Cuando volví la segunda vez nos divorciamos. Mucho tiempo separados y demasiado jóvenes los dos. Volví a mi propio rumbo. España estaba en un momento óptimo pero yo me regresé definitivamente porque estaba mi hijo acá y no podía, por amor y cariño hacia él, sacarlo de mi vida, ya que había una separación de por medio y si no hubiese vuelto lo hubiera perdido definitivamente.
-¿Volvió a casarse?
Sí. Conocí a Fabiola, mi actual esposa, en la Universidad de Lima en el 77 y fuimos grandes amigos universitarios. Ya trabajando aquí, como Gerente Financiero de algunas empresas del grupo Brescia, en el 88 visité el Banco Latino y me encontré con ella que trabajaba como funcionaría de créditos. Nos reencontramos como viejos amigos y empezamos a salir, y con tanta charla me di cuenta de que ella era mi compañía perfecta. Ella pensó lo mismo y sin querer queriendo nos enamoramos. Hoy tengo dos hijos con ella (Daniel y Mariana).
-Sáqueme de una duda. Hoja de coca ancestral. ¿Por qué?
Aunque yo no esté de acuerdo con el chacchado de la hoja de coca sí respeto la opción de las personas de hacerlo aunque sea a diario. Es un tema de libertad.
-Pero el chacchado de hoja de coca pudre la dentadura de los que chacchan. También es un alcaloide que se queda en el cuerpo y es causa de doping (igual que el mate de coca) en toda disciplina atlética y deportiva.
Igual es el caso del tabaco, que oscurece los dientes y produce cáncer. Usted fuma y yo respeto su libertad como fumador.
-Pero del tabaco no se pasa a algo tan inmensamente dañino socialmente como la cocaína. Por el tabaco no se mata gente, ni existen carteles multimillonarios ni se descompone un país.
Por eso la necesidad de reducción de los cultivos ilícitos en el Perú, que bordean las 120,000 toneladas de hoja de coca que van a parar a las pozas de maceración.
-¿Y cuántas toneladas se destinan al chacchado?
La medición que se hizo en 2004 determinó que se destinaba al chacchado 8,700 toneladas de hoja de coca y 300 toneladas iba a la industrialización para la elaboración de esencia y saborizantes para la Coca-Cola (quitándole el alcaloide). Y también para otras bebidas y para la harina y mate de coca, que sólo requiere 13 toneladas al año.
-¿Harina de coca?
Es un cuento propagandístico con supuestas propiedades energéticas y nutritivas (se utilizan 6 toneladas al año).
-¿Y si el Estado resolviera industrializar la hoja de coca no se resolvería el problema?
En la hipótesis que lográramos que todos los chinos consumieran mate de coca, como lo hacen en el Perú, sólo se requerirían 600 toneladas frente a una producción ilícita de 120,000 toneladas. Es una ilusión y distracción que solo beneficia al narcotráfico.
-¿Y qué hacemos para reducir el narcotráfico?
Se necesita una decisión política al más alto nivel, desde el propio Presidente de la República, reflejada en una asignación efectiva de recursos presupuéstales que no estimo menor de 400 millones de dólares al año para financiar la estrategia nacional. Creo que Ollanta ha impulsado algunas acciones positivas, como el incremento del presupuesto para este año a 450 millones de soles. El incremento para la erradicación de cultivos ilegales a más de 18 mil hectáreas y mejores resultados, aunque insuficientes, en el decomiso de drogas y de insumos químicos. ¡Ojalá que el nuevo Presidente del Consejo de Ministros tome este tema con toda la importancia debida!
-¿Y si no ocurre esto y todo queda en buenas intenciones?
¡No se imagina usted la que se nos viene! (José Carlos Valero De Palma)
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