Hace brevísimos días, en el diario El Comercio, daban cuenta del crecimiento del crimen en la región Tumbes. La nota hacía resaltar que los asesinatos por sicariato, extorsión o rencillas entre bandas criminales se duplicaban año a año. De 15 asesinatos el 2011, subieron a 30 el 2012 y a 60 el 2013, y en lo que va de corrido el presente año, ya se han producido 13 asesinatos, lo que parece ser una tendencia incontrolable.
Estos datos se compadecen perfectamente con las mediciones que tienen efectuadas las agencias de inteligencia del sector Interior, las que señalan que Tumbes se ha convertido en una de las regiones en donde el crecimiento del crimen supera largamente la media nacional, especialmente en crímenes violentos y con empleo de armas de fuego.
Lo que resulta realmente preocupante es el hecho, que en este período (2011-2013), han egresado de la escuela des sub-oficiales de tumbes tres promociones, lo que significa algo de 300 policías mas, que corresponde a un incremento de aproximadamente el 75% de efectivos en relación con el número de policías antes del funcionamiento de la escuela.
La relación lógica, sería que a mayor cantidad de policías menor cantidad de hechos criminales. Si esto no sucede, y la realidad nos impone la perversa relación: a mayor cantidad de policías mayor cantidad de hechos criminales, las autoridades del sector interior deben preguntarse seriamente qué es lo que sucede con la policía.
Probablemente la desesperación por cumplir metas, solamente cuantitativas, ha provocado la apertura de una diáspora de escuelas de sub-oficiales por todo el país, sin que las mismas estén en condiciones de formar policías profesionales y de calidad.
Adicionalmente, en estas escuelas regionales logran ingresar alumnos vinculados a las organizaciones criminales que operan en la jurisdicción, de tal suerte que todos las operaciones policiales fracasan por la divulgación anticipada de las mismas.
Otro aspecto a considerar es la falta de madurez de los sub-oficiales egresados de las escuelas regionales, no es extraño verlos cumplir sus horas de servicio, premunidos de todos los artefactos modernos de comunicación (celulares con internet, audífonos musicales, tablets, etc), que ocasionan una gran distracción y la pérdida de eficiencia en el servicio.
Se hace impostergable prohibir el uso de comunicación móvil durante las horas de servicio, debiendo incorporarse el incumplimiento de esta norma como falta grave. Obviamente que algunos servicios, como el de investigación criminal deben exceptuarse de esta prohibición.
Paralelamente, la implementación de la red radial troncalizada se hace indispensable para eliminar el pretexto de no tener comunicación con las centrales de conducción de las operaciones.
En cuanto a las escuelas regionales, deben ser evaluadas a través de la evaluación de los sub-oficiales que han formado, a fin de comprobar si los mismos cubren el perfil diseñado para el nivel de sub-oficiales de tercera.
De no ser así, y comprobarse que la media no cubre este perfil, deben recesarse estas escuelas, centralizar la formación en pocas sedes que puedan acceder a formación profesional de calidad y no seguir deteriorando el cumplimiento de una función sustantiva para la convivencia pacífica.
No deben perder de perspectiva, que los sub-oficiales que vienen egresando de estas escuelas, permanecerán 30 años en el servicio policial, y la coyuntura por la cual se abrieron estas escuelas se extenderá hasta convertirse en un mal estructural (Espacio Compartido).