Felipe Benavides Barreda -quien ha cumplido 20 años de fallecido- empleaba esta expresión: “Las ong’s son como hongos: Algunas buenas, otras malas y algunas venenosas”. Sin duda existen aquellas que se aprovechan de las benévolas intenciones de sus gestores -para cumplir determinados objetivos altruistas de servicio a la comunidad- y concluyen convirtiéndose en clubes.
Analicemos una situación que, desde mi perspectiva, debe investigarse por los estrenados funcionarios del Patronato del Parque de Las Leyendas – Felipe Benavides Barreda de la Municipalidad de Lima Metropolitana. Me refiero a la Sociedad Zoológica del Perú (formada en 1958) y, luego de largos años de receso, inscrita en 1969, gracias a la iniciativa y liderazgo de este ilustre conservacionista.
En el boletín “Construyamos el parque zoológico para Lima” (l960) -cuyos dibujos corresponden a la renombrada científica María Keopke- Benavides precisa: “Captando el anhelo general de un gran número de personas, un grupo de entusiastas lanza la iniciativa de constituir la Sociedad Zoológica del Perú, como entidad particular. La finalidad será de crear y sostener al Parque Zoológico de Lima, con el carácter de una fundación privada dedicada exclusivamente a fines culturales”.
Por otro lado, en un memorándum dirigido al ministro de Vivienda y Construcción, Javier Velarde Aspíllaga (20 de abril de 1981), Felipe reitera que la Sociedad Zoológica del Perú es fundada con la intención de administrar el Parque de las Leyendas y señala: “…Esta formaría un directorio aprobado por el supremo gobierno. Podemos aportar la lista de personas entre ellas, biólogos, botánicos, forestales que han probado anteriormente su gran cariño por el parque y a la vida animal. La Sociedad Zoológica del Perú podría nombrar como presidente honoraria a la Sra. Carolina Belaunde de Sabal para que de esta forma se de continuidad al origen del parque”.
Sin embargo, no se dieron las condiciones para concretar su anhelo de transferir su manejo a esta organización no gubernamental. Durante el segundo gobierno del presidente Fernando Belaunde Terry nace el Patronato del Parque de Las Leyendas – Patpal (1981) -como organismo de la cartera de Vivienda y Construcción- encargado de la gerencia de este representativo escenario arqueológico, botánico y zoológico.
Razones de orden legal impidieron la implementación de la idea de su más importante promotor, fundador y presidente. Tiempo después, mediante un convenio de cooperación (por dos años) entre el Parque de Las Leyendas y la Sociedad Zoológica del Perú (1985), ésta asumió un amplio número de obligaciones como: Prestar al Patronato su colaboración científica, técnica y administrativa; aumentar el número de especies zoológicas a exhibirse; conseguir la coordinación del parque con otras sociedades zoológicas; promover y fomentar la investigación científica; estudiar prácticamente las especies que pudiesen proyectarse en actividades económicas; coordinar con las universidades nacionales y extranjeras el estudio integral de las especies del Perú y la América Latina; obtener donativos de particulares y de organismos nacionales y extranjeros, etc.
Por su parte, el Patronato del Parque de Las Leyendas otorgó: “…sin pago alguno, a la Sociedad un local (1,393.25 metros cuadrados y un área adicional de 18,000 metros cuadrados) debidamente implementado para su funcionamiento”. “….El Patronato se encargará de habilitar un local para la venta de souvenirs, artesanías, plantas, animales, peces, que difundan y promuevan el interés de la comunidad con el parque”.
Según otro convenio de cesión de uso (1989) se amplia el plazo del acuerdo por 30 años. Desde hace más de una década esta “cofradía” -que no reúne más de dos docenas de integrantes y un Consejo Directivo que se renueva mediante ficticias elecciones internas- vulnera sus obligaciones.
Esta asociación carece de proyectos, contactos internacionales, técnicos, afiliados, entre otros elementos indispensables para afrontar los retos que justifique su presencia en el parque. Por si fuera poco, adeudaba (hasta el 2007) una elevada suma de dinero por consumo de agua y luz que, a pesar de haber transcurrido varios años, no había cancelado.
Un informe de la Oficina de Asesoría Jurídica del Patpal (15 de junio de 2007) dice: “Es preciso mencionar que, en los últimos años, no se registra evidencia de que la Sociedad Zoológica del Perú haya brindado colaboración científica, administrativa y técnica, para contribuir al mejoramiento del Parque de Las Leyendas, siendo éste el objetivo para el cual fue suscrito el convenio…”
Sucesivos regímenes iniciaron acciones legales para rescindir este convenio. Mi antecesor intentó concertar e incluso suscribió un documento el 16 de junio de 2006 (de puño y letra del Gral. Enrique Barreto Estrada, presidente del Parque de Las Leyendas) en el que, en otros aspectos, decía: “Ceder o reintegrar las áreas convenidas del auditorio y tienda que actualmente tiene la Soc. Zoológica a Patpal…”
Este escrito fue firmado por el presidente y la vicepresidenta de la citada entidad “sin fines lucrativos”. A los pocos días -desconociendo lo suscrito- interpusieron una solicitud de Garantías Posesorias ante la Prefectura de Lima. Estas reclamaciones se adoptaron sin autorización del Consejo Directivo de la sociedad.
Su tienda “El osito de anteojos” genera cuantiosos recursos económicos que terminan en sus cuentas bancarias. A pesar de ello, fueron favorecidos por la cuestionada gestión de Solidaridad Nacional (2007-2011) -presidida por Javier Arbulú Bryce- con la suscripción de una ampliación a su componenda, a fin de asegurar su precaria existencia, y la remodelación de sus instalaciones con dineros del erario nacional.
Una maniobra jurídica que debe desentrañarse. Es “curioso” que una administración caracterizada por irregularidades financieras, obras innecesarias y deficientes, maltrato a los trabajadores, ampliación del gasto corriente, entre otras documentadas anomalías, haya tenido una “conveniente” vinculación con este organismo privado.
El poder político no es ajeno a esta asociación “filantrópica”. En su Consejo Directivo existen personas con un íntimo vínculo amical con el jefe de Estado, Alan García Pérez que, además, presumen de su relación palaciega. Se trata de un reducto de individuos -sin mayor representatividad ni prestigio en la comunidad conservacionista- que se aferran en usurpar áreas gubernamentales.
Durante mi mandato (agosto 2006 – junio 2007) fuimos inquebrantables en preservar los intereses del estado y proseguimos los actos de mi antecesor quien lo derivó al Procurador Público del Ministerio de la Mujer y Desarrollo Social (de donde dependía el Parque de Las Leyendas).
Debo indicar que, a pesar de haber sido directivo de esta institución, no estuve de acuerdo con su proceder y dejé constancia de mi disconformidad. Por esta razón, mi designación al frente del parque no fue bien recibida por los que saben de mi trayectoria y comportamiento. La solvencia moral de mi proceder me permite escribir este testimonio para hacer conocer una irregular situación que amerita esclarecerse.
Este es el lamentable caso de una agrupación que, lejos de trabajar por la conservación de la flora y fauna silvestre, se ha constituido en “dolor de cabeza” para el Parque de Las Leyendas. Anhelamos que sus autoridades resuelvan este episodio. Su amplia pluralidad, afables intenciones y transparencia demostradas nos llenan de esperanza.