¿Un nuevo plan VRAE?

El contubernio de Sendero Luminoso (SL) con el narcotráfico no es un fenómeno nuevo. Desde 1984 se registra el cobro de cupos e, incluso, el control en el procesamiento de cocaína. Aun con estos antecedentes, creo que sería un error reducirlos a una firma de traficantes. Subestimar al enemigo podría traer consecuencias adversas.


 


Los sucesivos gobiernos que enfrentaron a SL, incluido el de Fujimori, no consiguieron expulsarlo del VRAE. Al contrario, la actitud reticente de las fuerzas del orden en los últimos cinco años, favoreció a los narcotraficantes a consolidarse. Las últimas emboscadas terroristas no significan una recomposición, sino la manifestación visible de algo que estuvo invernando.


 


La presencia terrorista, el crecimiento del narcotráfico y el abandono del Estado convirtieron algunas zonas de la selva alta en territorios liberados. Este hecho no era reconocido por el Gobierno, hasta que el primer ministro visitó el VRAE y le quedó claro que hay lugares donde ni el Ejército puede ingresar sin ser atacado.


 


El Gobierno intenta enfrentar estos problemas con el plan VRAE. Sus metas son ambiciosas: restablecer el orden interno, afianzar la presencia del Estado y promover el desarrollo económico. El responsable es el Ministerio de Defensa; en este marco se realizan las operaciones militares en Vizcatán.


 


Debemos respaldar a las Fuerzas Armadas en su esfuerzo de combatir al terrorismo; sin embargo, también hay que ser críticos cuando se cometen errores que debieron haber sido superados. Es una afirmación ligera tildar de terroristas a toda la población cercana del Vizcatán.


 


La población rural se ve obligada a colaborar porque no tiene otra opción. Lo que debemos hacer es recuperar a estos peruanos y tenerlos como aliados. Así se hizo el 2003 cuando se rescató a los asháninkas esclavizados por el terrorismo.


 


También es un despropósito seguir usando como fuerza de asalto a jóvenes que prestan el servicio militar voluntario. Los últimos veinte militares muertos y la treintena de heridos eran soldados rasos. ¿Quién da las órdenes para que este personal, con solo meses de preparación, intervenga en operaciones de alto riesgo?


 


Para derrotar a SL se debe utilizar principalmente la inteligencia operativa y fuerzas especiales. Si persistimos en realizar patrullaje en fila india o utilizamos camiones particulares seguiremos levantando más muertos.


 


El componente político del plan es el que hace más agua. Transcurrieron dos años y aún no se articuló a los gobiernos regionales y locales. Al contrario, son casi opositores. Aquí tiene que haber un recambio urgente.


 


Los proyectos de desarrollo y su financiamiento todavía no se conocen. Lo que se debe priorizar son cuatro cosas: asfaltado de la carretera Quinua-San Francisco; interconexión eléctrica de todo el valle con el Mantaro; articulación de las cadenas productivas y garantizar condiciones mínimas de seguridad.


 


Finalmente, el gran ausente del plan VRAE es la institución rectora de la lucha antidrogas: Devida. Esto debería cambiar. Su trabajo sería convocar una mesa de donantes, especialmente de la Unión Europea, para financiar parte de los proyectos de desarrollo en el que deben involucrarse los gobiernos locales y organizaciones sociales; es la única manera de tenerlos de nuestro lado.