Los tiempos cambian

 Perú 21.  WikiLeaks confirma que la embajada de Estados Unidos fue un lugar de peregrinación para diversos actores públicos. ¡Vaya primicia! Más bien lo novedoso sería anotar cómo su importancia se va ahora eclipsando, al ritmo de su menor poder global y, localmente, por la notoria disminución del nivel de sus funcionarios. (Por cierto, no son los únicos que buscan información e influir. Europeos, brasileños, venezolanos o cubanos hacen lo propio. La diferencia es que no son tan incompetentes para que les birlen sus archivos y los circulen urbi et orbi.)

En los noventa sí pesaban. Me consta. En aquellos años la comunidad de derechos humanos se reunía regularmente con “la embajada”. (Los fujimoristas nos llamaban enemigos de la patria). No éramos ingenuos, sabíamos que la CIA trabajaba en pared con Montesinos, pero en cambio el rol de la embajada fue en general positivo.

Por ejemplo, a nuestra insistencia, obligaron a Fujimori a que dejara de desaparecer gente (teníamos el récord mundial en esa horrenda práctica). Fue clave también su apoyo para la libertad de muchos inocentes en prisión. Otros tiempos, otras causas.

En el 2006 los actores en campaña se acercaban a los gringos y a estos les encantaba jalarles la lengua y sentirse importantes. Castañeda les dijo que García vendía sebo de culebra (y después compró su frasco). Del Castillo les pidió apoyo para que Lourdes reconozca su derrota. Lerner les dijo que no se preocupen, que Ollanta era bueno, que los malos eran los que lo rodeaban. Keiko fue a contarles por qué se había aliado con el Apra.

Está también el WikiLeak Rospigliosi* en donde informan que en un almuerzo al que lo invitaron dos funcionarios, les transmitió su preocupación por lo que sería una victoria de Humala para la democracia y que, entre el ceviche y las conchitas, les recomendó que monitorearan mejor las noticias de las cuencas cocaleras, en donde percibía relaciones nada santas.

Con las opiniones de Rospigliosi se puede o no coincidir, pero son transparentes. Les dijo lo mismo que escribía. La diferencia con los políticos que menciono arriba es que, fiel a un estilo que le ha causado no pocos problemas, no niega lo que dijo.

Ahora bien, todos cometieron el mismo error: los gringos tenían ya mucho menos importancia y capacidad de influir de la que les atribuían. Muy diferente a los noventa, cuando un embajador como Dennis Jett se jugó a fondo por la causa de la democracia. Y luego otro, John Hamilton, por el contrario, apoyó hasta el final a Fujimori. Otros tiempos.

*Por transparencia, señalo que mantengo con él una estrecha relación personal y profesional.