Caretas. Con admirable sentido noticioso a pesar de la distancia transoceánica, el diario español El País seleccionó siete cables provenientes de la embajada estadounidense en el Perú para detonar la gran ola local de lo que se ha convertido en un auténtico tsunami global.
La bomba política llegó con la presunta vinculación que se establece en uno de los cables entre el recién estrenado comandante general del Ejército, Paul da Silva, y un empresario preso por narcotrafico.
Sea cual fuere el resultado criollo de lo que se ha denominado la filtración de documentos secretos más grande de la historia, el mensaje puesto sobre la mesa es suficientemente inquietante.
¿Qué está pasando entre algunos sectores de las Fuerzas Armadas para que la lucha contra el narcotráfico en el VRAE, comandada por los militares, tenga resultados menos satisfactorios que los del Alto Huallaga, donde la Policía muestra en los últimos años una actuación mucho más exitosa?
Un enterado analista ensaya la siguiente reflexión: «No somos conscientes de lo que tiene que estar pasando para ser el primer exportador de cocaína a nivel mundial. La corrupción ha avanzado no solamente con las instituciones de seguridad, las Fuerzas Armadas y la Policía, sino también con los operadores del sistema de Justicia y el sistema político. Es inevitable».
Así como en el Huallaga se acaba de develar la cortina que ocultaba tenuemente la relación entre la dirigencia cocalera y el narcoterrorismo, en el VRAE era un secreto a voces la vinculación de elementos militares con el narcotráfico.
Esta pequeña selección de cables se concentra en la gestión del embajador Michael McKinley, que firma cinco de ellos, todos sobre la situación en el VRAE, entre el 12 de marzo y el 25 de noviembre del 2009. Hay dos anteriores, de febrero del 2006 y octubre del 2007. Este último comunica con interés sobre la etapa inicial del Plan VRAE.
Memo al Comando Sur
En uno de los cables, fechado casi a las 9 de la noche del 25 de noviembre del año pasado, McKinley transmite una serie de recomendaciones al general Douglas M. Fraser, jefe del Comando Sur que visitó el Perú la semana siguiente.
«Con el gobierno del presidente Alan García, explica el diplomático, Perú ha sido un aliado confiable y jugó un rol constructivo en una América del Sur complicada por el resurgimiento del populismo y momentos periódicos de tensión, los últimos recientemente entre Colombia y Venezuela».
Estados Unidos y el Perú consideran que las intromisiones del presidente venezolano Hugo Chávez y sus aliados constituyen amenazas a la seguridad sudamericana. En el mapa de aproximación vecinal, en cambio, Colombia es el vecino más cercano. «Oficiales de la embajada colombiana nos han dicho que el Perú es su único aliado en la región», apunta McKinley.
El embajador, que por cierto ahora cumple funciones en Colombia, consideraba, como lo repite en otros de los cables, que la verdadera amenaza doméstica para el Perú es el fortalecimiento de Sendero Luminoso y la proliferación del narcotráfico. Recalca que las «tensiones con Chile distraen el verdadero foco» de preocupación. «Planeamiento militar, doctrina, estructura de fuerza y gasto permanecen (a nuestros ojos) desproporcionadamente enfocados en dichas amenazas».
Por el contrario, «el robusto compromiso del Perú con (su antiguo enemigo) Ecuador, representa su más exitoso logro diplomático a la fecha».
McKinley le adelanta a Fraser que Estados Unidos puede ayudar al Perú a «afinar» (fine-tune) su estrategia para debilitar a Sendero, siempre y cuando el segundo invierta más esfuerzos en ello («comprometer fondos, definir metas y avanzar decisivamente en su implementación»).
En ese orden de ideas, el VRAE es para los gringos el escenario central. Y la producción de Inteligencia la herramienta más urgente.
McKinley cree que los peruanos pedirán a Fraser ayuda en el área, particularmente con cámaras térmicas, visión nocturna y aviones de control remoto. También con la renovación de la «moribunda flota de helicópteros» y la construcción de una base aérea en Pichari.
Prioridad VRAE
En el cable clave, el del 12 de marzo del 2009, despachado minutos antes de las diez de la noche, McKinley comienza por reconocer una intención política: «Los esfuerzos de la administración de García por combatir el narcotráfico han sido más fuertes que los de pasadas administraciones, y han incluido una Estrategia Nacional Antidrogas parcialmente apoyada con fondos del gobierno, sólido progreso combatiendo la producción de coca en el Valle del Alto Huallaga, y mejor cooperación policial. Y si bien la corrupción ha plagado largamente las instituciones peruanas de gobierno, pocos observadores creen que el problema actual es siquiera aproximadamente tan profundo o extendido como durante el sombrío (1990-2000) reino del ex asesor de Inteligencia del presidente Fujimori, Vladimiro Montesinos».
Meses después, en cable del 19 de noviembre del mismo año, McKinley reitera la atención puesta sobre el valle: «De acuerdo a altos oficiales del Ejecutivo peruano, derrotar a Sendero en el VRAE sigue siendo una prioridad principal para el gobierno. El ministro de Defensa (Rafael) Rey enfatizó su intención de reenfocar los esfuerzos de seguridad del Perú en la amenaza interna. Reportes de medios aluden a la inminente compra de varios helicópteros de combate (las FFAA solo tienen una media docena de helicópteros operativos, habiendo perdido dos en los últimos meses) idóneos para operaciones en el VRAE. De acuerdo a fuentes del gobierno y el Congreso, el Ministerio de Defensa se encuentra cerca a obtener alrededor de US$ 130 millones del Ministerio de Economía para operaciones en el VRAE».
«En una reciente conversación con el embajador, el canciller (José Antonio) García Belaunde dijo que, a pesar de las actuales tensiones con Chile y una anunciada venta de armas por parte de EE.UU., el VRAE seguirá siendo el foco central de la seguridad en el Perú. Los esfuerzos del gobierno incluyen la firma de un supuesto contrato de US$ 9 millones con el general retirado de brigada israelí Baruch Ziv, que prometió ayudar al Perú a derrotar a Sendero en el VRAE de una vez por todas. De acuerdo a fuentes de medios, Ziv se concentrará en el entrenamiento de élite de fuerzas especiales de operaciones, fortaleciendo redes de inteligencia, mientras que fuerzas combinadas peruanas priorizarán dar de baja o capturar a líderes de Sendero en lugar de controlar el territorio».
De similar manera, un cable firmado por James Nealon el 17 de octubre del 2007, el segundo de la legación, observa con mucho interés los planes del entonces ministro Allan Wagner para implementar el llamado Plan VRAE.
Tales prioridades, sin embargo, se encuentran con los resultados.
Coca al alza
Una fuente aparentemente militar transmitió a los oficiales políticos de la embajada (Poloffs), en el cable del 12 de marzo, que «remanentes de la narco corrupción de Montesinos subsisten aún en el Ejército. (La fuente) argumenta que algunos altos mandos militares reciben lucrativas coimas de traficantes que operan en el VRAE». El informante sostiene que «el Ejército, por miedo de desmontar estas redes y perder el acceso a las coimas, no tiene la voluntad de comprometer la cantidad de efectivos necesarios para pacificar el VRAE. Como resultado, las operaciones contra Sendero están condenadas a fracasar. Algunas de las acusaciones son corroboradas por otros contactos de la Embajada, reportes de prensa, documentos internos y evidencia circunstancial».
Si bien McKinley reconoce que la fuente tiene ojeriza contra algún otro personaje, presumiblemente del sector (Although the xxxxxxxxxxxx clearly has an axe to grind against xxxxxxxxxxxx…), «la evidencia amerita un monitoreo cercano».
Y los números también. En junio último, la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) anunció que el Perú superó a Colombia como el mayor productor mundial de hoja de coca, con 119 mil toneladas métricas en el 2009 (CARETAS 2135).
El año pasado, la extensión ocupada por la coca alcanzó 59,900 hectáreas, con un 6.8% o 3,800 hectáreas más que en el 2008.
El Alto Huallaga ha sido la única cuenca que no registró incremento y después de cuatro años empieza a mostrar un tenue retroceso del 2%. El VRAE, con casi 17,500 hectáreas y la mitad de la producción nacional, es la cuenca con más presencia de coca. Los analistas consultados observan que la actividad de erradicación de plantones de coca e interdicción de pozas de maceración ha venido en retroceso desde los picos del año 2005.
Peligro presente
El resto de cables vuelve al VRAE. Uno de ellos, fechado en noviembre del 2009, alude a la «Operación Excelencia 7777», ejecutada en setiembre del 2008, que marcó el ingreso de las Fuerzas Armadas al santuario senderista de Vizcatán. McKinley sostiene que, basándose en un analista militar, no fue lo exitosa que se dijo.
El operativo corrió por cuenta del Comando Conjunto de las FF.AA., que por entonces tenía como jefe de Estado Mayor al general EP Otto Guibovich. El oficial dijo a CARETAS que la operación contó con escasa logística, pero representó un primer avance. «Los sacamos de su guarida», sostuvo.
En un despacho del 30 de octubre del 2009, McKinley apoya los pedidos del Ejército peruano a Estados Unidos para financiar un programa que combata las minas antipersonales de Sendero, responsables de decenas de bajas mortales. El diplomático cifra el costo en US$ 2.5 millones. Los mortales artefactos, advierte, «tienen un significativo impacto negativo en la moral de los soldados de infantería que patrullan el accidentado terreno de montañas y selva del VRAE».
El estado anímico de la tropa era una preocupación recurrente. El 4 de setiembre había enviado un cable en el que se narra el espectacular rescate de cinco soldados en Sinaycocha, VRAE de Junín (CARETAS 2095), luego que el helicóptero en el que iban fue derribado por elementos senderistas y murieran tres efectivos («un fracaso podría haber tenido un efecto devastador en la moral de los soldados»). Reconoce que la embajada se limitó a asistir con seguimiento satelital, complicado incluso por la densidad de la selva. El entonces director de la Policía, el actual ministro Miguel Hidalgo, solicitó apoyo con helicópteros, lo cual se frustró por las mismas razones.
Después de todas las contramarchas, el embajador consideraba que «hay señales de que el gobierno peruano se ha dado cuenta de que la amenaza interna de Sendero en el VRAE es más clara y un peligro más presente que una hipotética amenaza convencional de Chile o Bolivia. Como lo dijo un oficial designado en la embajada, no queremos terminar como Colombia o México».
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