El Comercio. Los partidos y demás agrupaciones que han suscrito el Compromiso Ético contra el Narcotráfico (CEN) tendrán ahora la oportunidad de demostrarlo. Y es que, como se anunció, ayer se inició el proceso orientado a que dichas organizaciones políticas sometan las hojas de vida de sus candidatos al Congreso al escrutinio de la secretaría técnica del CEN, que impulsa Devida.
El gesto contribuirá con la transparencia, pero también podría mejorar la credibilidad de los partidos en la población, sobre todo frente al tráfico ilícito de drogas, flagelo que en el pasado reciente logró infiltrar a gobiernos vecinos en diferentes etapas de su historia.
En el caso peruano, esta revisión de las hojas de vida no solo es urgente, sino que sus resultados deben ser de conocimiento público. Recordemos que durante el fujimorato fueron múltiples las denuncias sobre la vinculación del nefasto asesor Vladimiro Montesinos con el narcotráfico; una acusación que aquel régimen pretendió negar por todas las vías posibles, pero que irónicamente acaba de saltar nuevamente al debate público con Wikileaks.
No evaluaremos ahora el análisis de tan delicadas revelaciones, que comprometen a las instituciones militares. Sin embargo, cabe adelantar aquí que la infiltración del narcotráfico en los partidos, instituciones y poderes públicos debe ser repudiada por todo el Perú.
Se trata de un mal mortal para la salud de la democracia y el desarrollo de un país emergente como el nuestro; semejante en sus efectos a las redes que suelen tejer las autocracias cuando se enquistan en el poder y lo contaminan todo.