El sembrío de la hoja de coca para el narcotráfico no tiene futuro

El ambientalista Antonio Brack calificó de negativo el balance sobre la protección del medio ambiente en nuestro país, y alertó de la destrucción de la Amazonía, donde se han talado o quemado 10 millones de hectáreas de bosques para ampliar la frontera agrícola, el equivalente a cinco veces el área cultivada de la costa y sierra.


 


En entrevista publicada hoy por el diario El Comercio, el científico aclaró que esta actividad ha destruido el recurso forestal y generado pobreza, empujando a los campesinos a cultivar coca para el narcotráfico. Por otro lado, lamentó que la política agraria asocie desarrollo de la Amazonía con tala y quema del bosque para la agricultura.


 


“Cuando le otorgan tierra a la gente de la selva, lo primero que hace es vender la madera. Al haber talado, todo se dedica a la agricultura, pero en la selva los nutrientes no están en la tierra sino en el bosque. Al quemarlo, dos años después, la fertilidad del suelo baja. Entonces, entra un cultivo rústico que crece en suelos ácidos: la coca, que no tiene futuro”, explicó.


 


Brack planteó como alternativa la siembra de cafés de alta productividad en la selva alta. “Se producen 50 quintales de café de 46 kilos por hectárea al año y estamos sacando medallas de oro. Se cultiva a la sombra de árboles nativos y remeda lo que era el ecosistema. Una buena producción da 2.500 dólares de ganancia neta por hectárea al año. Qué profesional gana eso. La palma aceitera es otra alternativa, el cacao orgánico tiene gran futuro”, insistió.


 


“El tema de la coca no se resuelve porque está politizado, las buenas alternativas no se dan a conocer y hay un grupo de gente que vive del narcotráfico”, reconoció el investigador, quien ha sido nominado al Premio Príncipe de Asturias por sus preocupaciones en la conservación del medio ambiente.


 


También lamentó la insensibilidad de las autoridades locales sobre la problemática ambiental de sus ciudades: de los 1,832 municipios que hay en el país, 1.827 tiran sus residuos sólidos y aguas negras directamente al ambiente y sin procesarlos. Hoy, la tecnología permite reciclar esas aguas servidas, y obtener residuos sólidos que se transforman en humus, como lo hacen en Singapur y Sao Paulo.