Se condena al religioso Paúl Mc Auley, pero no la contaminación ni la corrupción

El obispo del Vicario Apostólico de San José del Amazonas, monseñor Alberto Campos, se mostró preocupado por la decisión del gobierno de expulsar al religioso británico Paul Mc Auley, y calificó de injusto que la contaminación de los ríos, la deforestación de los bosques, la ilegalidad y la corrupción no sean condenadas con la misma severidad por el Estado peruano.

A través de una carta, publicada por Radio La Voz de la Selva, el sacerdote aclaró que sus declaraciones y reflexiones sobre este tema, son a título personal y responden al pedido que le hicieran algunos misioneros y amigos que trabajan en instituciones de la Iglesia Católica.

En una parte del documento señala que le preocupa que se consideren delitos que alteran el orden público el trabajo que los misioneros realizan a pedido de comunidades e instituciones para informarles sobre sus derechos nacionales e internacionales en cuanto a sus territorios y a la preservación de sus recursos naturales como patrimonio para sus descendientes, acompañarlos en sus protestas y marchas.

“Por otro lado, no se consideran delitos la contaminación de los ríos, la deforestación de los bosques, la ilegalidad y corrupción para ofrecer algunas concesiones para el enriquecimiento injusto de algunas personas o empresas en perjuicio de los habitantes de la Amazonía, la negligencia de algunos profesionales que reciben un sueldo para trabajar en la selva y no se presentan a sus puestos de trabajo en detrimento de la educación y salud de los que deberían ser beneficiados”, indicó.

Además, reconoció que el Estado les reconoce la residencia como misioneros y que es el mismo Estado el que puede dejar sin efecto ese permiso, “si considera que el trabajo de los religiosos ya no es necesario o si lo considera perjudicial para los intereses nacionales”.

En otra parte de la carta, el religioso cita un pasaje bíblico: “Si entran en una ciudad y no quieren recibirlos, vayan a sus plazas y digan: Nos sacudimos y les dejamos hasta el polvo de su ciudad que se ha pegado a nuestro pies. Con todo sepan que el Reino de Dios ha venido a ustedes’”.