Las bombas de racimo están en todo el mundo

Las bombas de racimo son armas tácticas de destrucción masiva contra altas concentraciones de tropas enemigas.


Generalmente, se usan en momentos críticos de la guerra: para enfrentar el ataque directo de un rival mucho más numeroso, o para causarle gran terror y quebrar su moral.


 Se trata de un contenedor lleno de pequeñas granadas colocadas casi como si fuera un racimo de uvas –de ahí su nombre-, que se lanza desde un avión. Ya en el aire, se aproxima en caída libre o dirigido por una computadora y aletas hasta el objetivo.


A unos 500 metros de altura, el contenedor se desintegra diseminando entre 50 y 80 pequeños explosivos de alto poder sobre en una gran superficie. Tal cantidad de bombas causa gran mortandad al enemigo, daños a buena parte de sus vehículos y equipos, y sobre todo afecta su espíritu combativo.


Se calcula que un 5 por ciento de estas ‘bombetas’ no logra estallar, y queda en estado latente en cunetas, techos, árboles u otros lugares. Lamentablemente, su apariencia inocente –semejan latas de gaseosa- atrae a muchos niños, que se convierten en víctimas no previstas de su efecto devastador.


Cubiertas de secreto


Las bombas de racimo están en los arsenales de casi todos los países del mundo. Hoy se siguen usando en los conflictos del África, y son numerosas las industrias bélicas que las producen –sobre todo de EE.UU. y Europa-. En Sudamérica, Argentina, Brasil y Chile las fabrican y exportan.


Es probable que nuestro país, como nuestros vecinos, tenga algunas bombas de racimo y otros sistemas pensados como ‘arma de último recurso’ en caso de guerra exterior.


Pero el secretismo es tal que las autoridades políticas de turno muy raras veces llegan a saber de su existencia.


De armas y desarmes


A veces estos destapes ocurre casi por accidente: En 2001, el entonces Ministro de Defensa David Waisman, tal vez sin saber lo que hacía, reveló al mundo que Perú tenía el misil de mayor alcance en la región latinoamericana. Fue tras ordenar la presentación pública de los aviones MiG-29 y todo su armamento ruso, en el marco de las investigaciones por casos corrupción en compras militares desatadas contra el anterior gobierno.


Esta exhibición difundida por la prensa, precipitó un reclamo del vecino del Sur ante Estados Unidos. Semanas después, Washington autorizó la venta de un misil de similares características para la Fuerza Aérea de Chile (FACh), con el objetivo de ‘mantener el equilibrio’ entre la región sudamericana.