En artículo de opinión publicado en el diario Correo de Huánuco, que reproducimos a continuación, el periodista Sergio Madueño alerta sobre la amenaza real del narcotráfico en el medio ambiente porque es el causante directo de la deforestación de los bosques tropicales y la contaminación de sus cuencas al tiempo que llama a la población a informarse sobre la gravedad del impacto ecológico de la siembra de coca ilegal que el narcotráfico disfraza como de uso tradicional.
Diario Correo – Huánuco. Los recientes decomisos de insumos químicos realizados por la DIRANDRO en nuestra ciudad nos recuerdan que el cultivo y la producción de drogas representan una seria amenaza ambiental en la Amazonía; hoy por hoy, el principal lugar para producir cocaína.
Aunque es difícil evaluar la totalidad del impacto ambiental del narcotráfico, es severa la deforestación de los bosques tropicales y la contaminación de las cuencas. Las consecuencias locales sobre el suelo, la hidrología y la biodiversidad son devastadoras y pueden retrasar por varios años la introducción de nuevos cultivos.
El público desconoce la gravedad del impacto ecológico de la siembra de coca ilegal, que el narcotráfico disfraza como uso tradicional.
Grandes cantidades de químicos se utilizan para producir cocaína. Se calcula que por cada hectárea de coca convertida en droga, más de dos toneladas métricas de residuos químicos terminan en los ríos cercanos a los laboratorios de droga instalados por los narcotraficantes.
El detritus lo acumulan cerca de los cursos de agua. Al estar saturadas de químicos tóxicos, las hojas de coca ya procesadas contaminan las fuentes de agua próximas. A medida que se pudren, liberan gran cantidad de materia orgánica que demanda mucho oxígeno para degradarse, afectando gravemente la vida acuática.
Para producir drogas, los narcotraficantes en el Valle del Alto Huallaga han arrojado más de 100 millones de litros de residuos venenosos (gasolina, kerosene, ácido sulfúrico, clorhídrico, y solventes) a la cuenca del Huallaga.
Muchos afluentes del Huallaga perdieron gran parte de su flora y fauna, superando las normas de contaminación aceptadas por la Organización Mundial de la Salud. Observemos la coloración del río Tulumayo en su confluencia con el Huallaga. Las aguas del Tulumayo presentan una turbidez roja, producto de los sedimentos arrastrados de los suelos deforestados.
Los residuos de los herbicidas y de insecticidas utilizados para cultivar coca, contaminan el bosque y afectan el suelo al ser aplicados indiscriminadamente. El impacto destructivo del narcotráfico sobre nuestro medio ambiente también repercute en el clima mundial.
La extensa destrucción del bosque Amazónico derivado de los cultivos ilícitos causa también la pérdida de valiosas plantas a partir de las cuales se podrían desarrollar productos farmacéuticos y cultivos comestibles durables.
Los cultivos ilícitos arrasan con el bosque, destruyen la biodiversidad, la fertilidad del suelo y las fuentes de agua, dejando desolación, violencia y miseria. Y lo peor de todo: nos condenan a una pobreza eterna, porque nos privan de la biodiversidad de la Amazonía, nuestro verdadero patrimonio.
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