(Espacio Compartido) La culpa del asesinato de 14 policías desarmados y maniatados el 5 de junio en la Estación 6 de Petroperú, cerca de Bagua, no la tienen los nativos que los masacraron sin que mediara enfrentamiento alguno, sino las estructuras, la historia, las leyes del mercado, el olvido y el Estado.
La culpa de la depredación de más de 150,000 hectáreas de bosque en Madre de Dios y la espantosa contaminación de ambiente con mercurio no la tienen los mineros ilegales, entre los cuales se encuentra un buen número de nativos de la zona, encabezados por el presidente de FENAMAD, Antonio Iviche, sino la ausencia del Estado, la historia, las estructuras, las horribles leyes del mercado.
La culpa de la deforestación de cientos de miles de hectáreas en la ceja de selva y de la destrucción del medio ambiente por los millones de litros de insumos químicos que se derraman, no la tienen los cocaleros ilegales ni sus dirigentes Nancy Obregón y Elsa Malpartida, sino la ausencia del Estado y la perversa lógica del mercado. Y así hasta el infinito.
Cuando los criminales y los depredadores son los “buenos salvajes”, hay gente que sale a decir esas necedades. Toda responsabilidad individual se diluye.
El mismo argumento –al revés- que se ha usado, por ejemplo, para tratar de exculpar a facinerosos como el sub teniente Telmo Hurtado que masacró a 69 campesinos en Accomarca, en agosto de 1985. O a Martin Rivas y el grupo Colina. Es el contexto, la tensión, la presión de la guerra, la historia. La perversidad del sistema no reside en los individuos sino en el sistema mismo.
Un ejemplo extraordinario del doble rasero, la doble moral, se puede encontrar en un artículo publicado en Servindi, que responde a “El buen salvaje” que publiqué en La República el 25.10.09. : “Perú: Sobre mineros, “salvajes buenos” y políticos tradicionales”, de Patricia Urteaga Crovetto (http://www.servindi.org/actualidad/opinion/18493).
Algunos párrafos extraordinarios de ese artículo:
“¿No es acaso el Estado quien tiene que velar por el medio ambiente, y, por lo tanto, no es éste quien debería haber por lo menos reducido la minería informal en esta región? Por otro lado, ¿cómo podría combatirse este fenómeno si no se conoce las causas que lo generan, si no se conoce la historia, si no se buscan las razones estructurales más allá de encontrar chivos expiatorios para borrar algunas culpas?”
“Comprenderíamos que la perversidad de este sistema no reside en los individuos, sino en la lógica del mercado que determina los altos precios de los minerales y que incentivan este caos con el solo propósito de generar ganancia y lucro sin considerar las consecuencias funestas de la misma en términos ecológicos y socio-culturales; es decir, en términos humanos. Todo ello con la connivencia del Estado».
Así es que porque el Estado no está presente, es débil y corrupto, los que destruyen el medio ambiente son inocentes, la culpa la tiene el “sistema” perverso. Siempre y cuando sean aquellos que ciertos grupos o personas consideran buenos per se. Las responsabilidades individuales no existen… cuando les conviene.
Así, esta señorita, que presume de títulos peruanos y extranjeros, pretende justificar la depredación en Madre de Dios.