Es posible que muchos de los avances en las ciencias se hayan producido con el desarrollo de instrumentación y métodos de investigación al ser usados durante la primera y segunda guerra mundial. Por ejemplo, en la búsqueda de cómo identificar la presencia en el océano de submarinos, permitió el desarrollo de radares que emitían ondas de radio al fondo oceánico y si estos rebotaban a poca profundidad en comparación con otros puntos equidistantes, era sinónimo de presencia de submarinos.
Posteriormente, estos fueron utilizados para lograr el primer mapa de la topografía de los fondos oceánicos y así corroborar su expansión siendo la base para el sustento de la Teoría de la Tectónica de Placas. Este campo de investigación es parte de la geofísica, un campo de investigación que en los últimos años ha tomado relevancia mundial debido a que estudia el desarrollo de todos los procesos físicos que ocurren en el interior de la Tierra, su superficie, atmósfera y espacio exterior.
En el Perú, la institución rectora de la geofísica es el Instituto Geofísico del Perú, creado en el año 1920 y que desde entonces, viene contribuyendo a las ciencias y al desarrollo tecnológico. Como parte de sus funciones está la formación de futuros investigadores que asuman el reto de realizar ciencia para protegernos, ciencia para avanzar.
Uno de los campos de investigación de la geofísica es conocer la dinámica de los suelos que pisamos, su composición y comportamiento dinámico; es decir, suelos heterogéneos o suelos compactos. En este sentido, cuenta la leyenda de Manco Cápac y Mama Ocllo, antes de fundar la ciudad del Cusco, usaron un cetro de oro que lo hundían en el suelo, para buscar el más adecuado para fundar una ciudad y quizás, sin saber estaban aplicando un sencillo método geofísico que permite distinguir a los suelos compactos.
De ocurrir un sismo, estos suelos atenúan el movimiento del suelo y al ocurrir una lluvia extrema, estos suelos no son fácilmente erosionados al paso de las aguas. Entonces, desde el origen del imperio incaico, en el Perú se hacía uso de la geofísica. Regresando al siglo XXI, con el apoyo del Estado, el IGP ha logrado fortalecer su aporte en la ciencia y desarrollo tecnológico contribuyendo eficientemente en la Gestión del Riesgo de Desastres en el Perú y a sus políticas, lo cual beneficia a la población. Del mismo modo, cada año el IGP ha sido parte de la formación profesional de jóvenes que buscan incursionar en la investigación y muchos de ellos, ya están realizando sus estudios de postgrado en el extranjero esperando retornar y contribuir, desde el IGP al fortalecimiento de las ciencias de la Tierra.
La gran familia del IGP, tiene como objetivo vigilar al planeta Tierra, desde su interior, su superficie y entorno para conocer su evolución en el tiempo, con el único propósito de identificar fenómenos naturales que puedan afectar a las peruanas y peruanos. En ese camino, en el IGP seguimos haciendo ciencia para protegernos, ciencia para avanzar.