LORETO. Sus extensos parajes donde confluyen una variedad inigualable de flora y fauna junto a una belleza paisajística, hacen de la Reserva Nacional Pacaya Samiria una de las zonas más biodiversas del planeta. Sin embargo, los esfuerzos para preservar las 2 millones 80 mil hectáreas no son una tarea fácil. Actualmente, tiene el 93.66 % de estado de conservación y se debe, principalmente, a la participación sostenida de la población involucrada.
Los pobladores pueden aprovechar los recursos sostenibles, lo que les permite generar sus propios ingresos y, a cambio de eso, ellos apoyan en la conservación, vigilancia y control de estas áreas protegidas.
“En Pacaya Samiria hay 93 comunidades dentro del área natural protegida y 113 comunidades en zona de amortiguamiento, lo que hacen un aproximado de 63 000 personas aprovechando directamente los recursos del área (…) Se cuenta con un poquito más de 60 guardaparques, lo que hace que la tarea sea grande, esforzada, pero no imposible, porque básicamente hay colaboración y apoyo de estas comunidades, quienes están concientizadas de que el aprovechamiento sostenible da buenos resultados”, afirma a Inforegión Enrique Neyra, jefe de la Reserva Nacional Pacaya Samiria.
“La Selva de los espejos”, como también se le llama, fue establecida oficialmente el 25 de febrero de 1972, mediante Decreto Supremo n.° 06-72-PE, con el objetivo de conservar los recursos de flora y fauna, así como la belleza escénica. Actualmente, en esta zona hay 102 mamíferos, 527 especies de aves, 69 especies de reptiles, 58 especies de anfibios y más de 1000 especies de plantas nativa, según el jefe de la reserva. Al tener una cantidad inigualable de flora y fauna, afirma, “su principal reto es mantenerla”.
Especies representativas como el delfín rosado y los lobos de río fueron cazados indiscriminadamente en épocas anteriores. Hoy, la situación es distinta y Pacaya Samiria es un referente en cuanto a investigación de los delfines rosados, protegidos en los últimos años mediante diversas estrategias. La recuperación de lobos de ríos es tan notable que “se ha tenido que hacer una nueva línea de base para identificar la cantidad”, señala Neyra.
Trabajo sostenible entre pobladores y Estado
Líneas aparte merecen el paiche y la taricaya (especie de tortuga) que pasan por una recuperación histórica gracias a un trabajo sostenido, pues estuvieron a punto de extinguirse. El arapaima gigas -nombre científico del paiche-, pez de agua dulce, cuya escasez ya se mencionaba hace más de ocho décadas. Su jugosa carne y el poco control por parte del Estado las hizo presa muy apetecible por parte de pescadores ilegales. Este gigante adulto puede medir 3 metros de largo y pesar 200 kilogramos. Sin embargo, hoy el cantar es otra historia, ya que gracias a un trabajo articulado los pobladores aprovechan este recurso previo un trabajo de investigación. Neyra cuenta que con la conformación de grupos están cuidando, conservando y aprovechando esta especie.
Por otro lado, el mayor depredador de la taricaya (podocnemis unifilis) ha sido el ser humano. Hace más de 30 años, esta especie emblemática de la Amazonía, estuvo al borde de la extinción. Sin embargo, el Servicio Nacional de las Áreas Naturales Protegidas (Sernanp) junto a organizaciones aliadas y las comunidades se unieron para salvar esta especie. Se logró recuperar en cerca del 3 000 % la población de esta variedad de quelonio (tortugas).
“Nosotros tenemos más de 60 otorgamientos de derechos en manejo de recursos naturales, lo que hace un beneficio directo de más de 700 familias (…) Le otorgamos los derechos para el aprovechamiento de estos recursos, obviamente, es regido mediante un plan de manejo (…) De esta manera baja la presión contra los recursos del área natural protegida de manera ilegal. La población, como parte de este compromiso con nosotros es el apoyo en las diferentes actividades de vigilancia y control en el área”, afirma Neyra.
El especialista en temas de conservación de la Sociedad Peruana Ambiental (SPDA), Alfredo Gálvez, resalta bastante el modelo de gestión participativa “se caracteriza por ser una reserva icónica por el manejo de los recursos y la interacción que hay en los modelos de gobernanza entre Estado, sociedad civil, organización, etc. Hay una interacción bastante positiva (…) La gestión participativa ha sido y será un buen mecanismo para minimizar amenazas. Yo visibilizaría este comité de gestión donde participa la población y se toman acuerdos para mejorar la gestión del área”, puntualiza.
Pero, ¿cómo funciona esta alianza entre el Estado y la población? Los pobladores apoyan a los guardaparques en patrullajes donde se les otorga los derechos de vigilancia para que no entren personas a aprovechar los recursos, a talar la madera, a pescar ni a cazar ilegalmente. “En el manejo de recursos tenemos a 700 familias aproximadamente que nos apoyan directamente. (…) Además, hemos conformado 11 comités de vigilancia comunal. Estos comités de vigilancia comunal que aproximadamente son 500 personas, nos vienen apoyando en las acciones de patrullajes y vigilancia”, enfatiza el jefe de la reserva.
Apoyo con empresas
La articulación es un factor clave para el jefe de la reserva, no solo con los pobladores, sino que se ha buscado alianzas con empresas privadas. Una de ellas es con el Grupo Aje, que junto a Sernanp vienen trabajando el aprovechamiento de diversos frutos como el aguaje y también se les brindan talleres en fortalecimiento de capacidades. “Ellos (pobladores) tienen mucha confianza con esta empresa y nosotros también porque nos piden apoyo en algunas actividades adicionales en conservación”, afirma Neyra.
Otro proyecto es con PetroTal, que se enmarca en la rehabilitación del Centro de Conservación y Desarrollo PV 15 Pacaya, cuya renovación busca brindar un mejor ambiente en beneficio del personal guardaparque, y se coordinen las acciones de control y vigilancia frente a actividades ilegales.
Nuevos retos en la Reserva Nacional Pacaya Samiria
Para Gálvez es importante fortalecer la gestión participativa incluyendo nuevos aliados y mayores activos económicos en base a la conservación, promover con mayor fuerza cadenas de valor y bionegocios, y continuar impulsando mecanismos para que empresas privadas con responsabilidad ambiental y corporativa puedan apoyar en los objetivos de la reserva y también a las comunidades.
Mientras se sigue fomentando la preservación de la Reserva Nacional Pacaya Samiria a través del involucramiento de diversos actores, es necesario que se continue fortaleciendo, como ya lo vienen haciendo, la relación con las poblaciones, porque así se garantizará que las ilegalidades en esta zona disminuya. Al fin y al cabo, es un trabajo y responsabilidad conjunta de todos los peruanos.