LIMA. El pasado lunes, un terremoto de 7.8 grados en la escala de Richter ocurrió en el sureste de Turquía, frontera con Siria. Hasta el cierre de esta edición, las víctimas mortales ascienden a más de 12 mil personas. Mientras que la cifra de heridos se encontraría alrededor de los 54 mil. Autoridades de la zona afirman que es muy problable que estas cifras aumenten.
700 voluntarios palestinos participan en los trabajos de rescate en Siria y Turquía: video de voluntarios palestinos rescatando con vida a un ciudadano turco atrapado bajo los escombros tras el terremoto. pic.twitter.com/CrnkgeszNo
— Palestina Hoy (@HoyPalestina) February 8, 2023
Las imágenes del terremoto ocurrido en el país del medio oriente han impactado al mundo. Muchos se preguntan cuál sería el resultado de un sismo de esa magnitud en el Perú. INFOREGIÓN conversó con Hernando Tavera, presidente ejecutivo del Instituto Geofísico de Perú (IGP), experto investigador científico en sismología y geofísica dedicado al estudio de grandes terremotos, sismicidad local y regional en el país, quien explicó cuáles serían las consecuencias de un terremoto de esa magnitud en el Perú.
La calidad de las estructuras
Hace 16 años, específicamente el 15 de agosto del 2007, la ciudad de Pisco fue el epicentro de un terremoto de 7.0 grados en la escala de Richter que produjo graves daños a un gran número de viviendas. 76 000 estructuras quedaron inhabitables y alrededor de 432 000 peruanos damnificados. Asimismo, esta catástrofe acabó con la vida de 596 personas y otras 2 200 resultaron heridas.
«Recordar cómo quedó [la ciudad de] Pisco post sismo nos acerca a lo que hemos visto en Turquía. El problema crítico se da por la calidad de las construcciones. Tenemos que tratar de tomar consciencia del tipo de construcción que estamos diseñando y cómo estamos haciendo la gestión del uso o el crecimiento de las áreas urbanas. Cuando las estructuras colapsan, las personas son afectadas físicamente», sostiene Hernando Tavera.
En el Perú, según la Cámara Peruana de la Construcción (Capeco), el 80% de las viviendas en el territorio nacional son construcciones informales, de las cuales la mitad son altamente vulnerables ante un terremoto de alta intensidad. Esto tiene relación con la reducción de costos que algunas familias optan al construir su hogar.
“Utilizan ladrillos tubulares, que no son aptos para construir paredes portantes, de acuerdo con la normatividad vigente. En el Perú la gente autoconstruye con el material más barato. No saben que por carga de gravedad pueden funcionar, pero cuando venga la carga de un sismo fuerte no van a resistir y perderán su inversión”, el director general del Centro Peruano Japonés de Investigaciones Sísmicas y Mitigación de Desastres (CISMID) de la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI), Carlos Zavala para Andina.
Por su parte, Tavera sostiene que «la falta de conocimiento para gestionar las áreas urbanas nos lleva a exponernos cada vez más cuando construimos en suelos no adecuados. Al final creo que estamos con el mismo patrón: una ciudad mal diseñada y construida será presa fácil de los sismos«.
La importancia de la prevención
Según Hernando Tavera, a pesar de la precariedad de algunas viviendas del país, es necesario evitar la tugurización desde la prevención. «La ciudad ya está construida, pero se necesita realizar una correcta gestión del territorio. Si hay zonas urbanas que no pueden crecer de forma horizontal, pero sí vertical, hay que hacerle seguimiento a ese tipo de construcciones», afirma.
En este sentido, los simulacros son herramientas y ensayos capaces de reducir las consecuencias de un posible terremoto de gran escala. « Es bueno saber que tenemos la oportunidad de reducir ese riesgo», precisa el ingeniero geofísico.
Este año, INDECI ha programado tres simulacros nacionales. El primero de ellos será el 31 de mayo, como recordatorio del sismo de Áncash de 1970. El segundo, el 15 de agosto, conmemorando el terremoto de Ica del 2007. Finalmente, el 5 de noviembre, por el Día Mundial de Concienciación sobre los Tsunamis.
Sin embargo, Tavera comenta que es relevante realizar simulacros sin esperar que INCENDI los prepare. «Si vivimos en un primer piso, debemos intentar salir a campo abierto. Si vivimos en un segundo piso o arriba, se necesita identificar las zonas seguras. Si hacemos eso estamos alentando la cultura de la prevención», finalizó.