CAJAMARCA. Todas las casas del centro poblado Shumba Bajo, del distrito Bellavista, en la provincia de Jaén, región Cajamarca, se parecen. El sol las abrasa a diario y copiosas lluvias refrescan de tanto en tanto sus adobes. Muchas están rodeadas por pequeñas parcelas en las que se reproduce el arroz y el cacao de generación en generación. Pero en una de esas casas el cacao se transforma y evoluciona hasta convertirse en el chocolate más rico que una abuelita puede brindar.
Desde que uno ingresa a la vivienda de Nelly Ocaña Bobadilla viuda de Córdova, usuaria del Programa Nacional de Asistencia Solidaria Pensión 65, del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (Midis), el aroma a chocolate se impone. La razón salta a la vista en el huerto del fondo: pepas o semillas de cacao convertidas en deliciosa pasta de cacao, pequeño molino de por medio. En resumidas cuentas, chocolate artesanal producido por Nelly y toda su experiencia acumulada en 78 años de vida.
Nelly no tiene recuerdos de su natal distrito de Canchaque, ubicado en la provincia piurana de Huancabamba, porque desde los 5 años vive en Shumba Bajo. De niña, ayudaba a su madre en la producción de café. De grande, fue la mano derecha de su esposo en la siembra y cosecha de arroz y cacao. Pero ya en el otoño de su vida, Nelly fue más allá. El chocolate sería su legado más trabajado.
Haber tenido 13 hermanas y hermanos la hicieron una mujer de familia en todo el sentido de la palabra, y quizá por eso se dio cuenta de que, aunque el dolor perenne, hundirse en la depresión por las muertes primero de dos de sus cinco hijos y luego de su esposo no tenía sentido cuando aún había más familiares –tres hijos y nueve nietos– a los cuales seguir amando. Entonces, desde hace cuatro años la producción de chocolate se convirtió no solo en su envión anímico, también en una fuente de admiración y, de paso, de algunos modestos ingresos.
Apoyo familiar
Por ahora su producción es pequeña y su venta, a pedido. Sus paisanos y vecinos son sus clientes, sin embargo, ella no pone un techo a su futuro. “No sé si este pequeño negocio crecerá. Lo que sí sé es que mi chocolate está hecho con mucho cariño”, señala Nelly, quien vive con su hijo Luis Enrique, su apoyo seguro a la hora de sembrar, cosechar y moler el cacao.
Sus hijas Elva y Leticia también se turnan para apoyarla, y su nieto Óscar Eduardo, hijo de Elva, creó la marca Ukucho (mezcla del vocablo quechua ukuku, que significa oso, y chocolate), el logo, las envolturas y las cajas para sus tabletas, así como una página de Facebook para promocionar su rico producto, que se puede beber caliente o comer directamente, según el gusto. Sus demás nietos –la mayoría vive en Lima– también la apoyan de vez en cuando y la visitan cada vez que pueden. “Les he enseñado a todos mis hijos y nietos el trabajo de la chacra. Lo que sé trato siempre de compartirlo”, refiere Nelly, de carácter afable. Ella cae bien a toda aquella persona que la trata.
Para los temas románticos, la señora Nelly, asidua participante en la intervención Saberes Productivos de Pensión 65, es algo tímida, pero no puede negar que el rico sabor a cacao procesado y trabajado con las manos la acompaña desde décadas atrás, junto a alguien que hoy acaso representa el más lindo recuerdo de su vida. “Me ha gustado bailar bastante. Con mi esposo bailaba mucho. Él me quiso tanto. Estuvimos juntos casi por 60 años. Solo nos separamos cuando él murió, hace cuatro años. Pero en realidad no nos hemos separado porque él sigue en mi corazón. Sí, José me regaló muchas veces chocolates”, evoca Nelly con nostalgia.
José Genebrardo Córdova Burga era un chiclayano que robó el corazón de Nelly cuando ella apenas era una quinceañera. En esa época, en el norte del país, eran comunes las uniones precoces. José era agricultor en Shumba Bajo. De alguna manera, la producción de chocolate es también su legado.
Disfruta la felicidad
“Sigo haciendo el chocolate porque me encanta producirlo y porque sigo con salud. Hay que darle trabajo al cuerpo. Además, esto me divierte, me entretiene”, se sincera Nelly. Ella es feliz cociendo las pepas de cacao, pelándolas y moliéndolas después, echando la pasta al molde y, finalmente, envolviéndola. “La vida es rica como un chocolate, pero a veces hay momentos de amargura. Por algo también existe el chocolate amargo. Y, pese a todo, hay que seguir”, dice la reina del chocolate de Jaén. No por gusto el lema de su marca es “Disfruta la felicidad”, informó el Midis a INFOREGIÓN.