La época de precipitaciones pluviales inició en la sierra sur del país, lo que trae consigo el registro de peligros naturales como huaicos, inundaciones, heladas y otros que causan perjuicios a las personas y sus actividades económicas. Además de los peligros ya mencionados, existe otro que la población que habita a los pies de los volcanes va conociendo cada año un poco más: los lahares.
Lahar es un término que se emplea para describir la mezcla del agua de lluvias o de deshielo con productos volcánicos, como cenizas, depositados en los flancos de los volcanes. Estos flujos, de composición similar a la mezcla de concreto, se desplazan a través de quebradas y ríos y pueden llegar a extenderse por decenas y cientos de kilómetros de distancia de los volcanes, lo cual depende estrechamente del volumen de agua que involucra el lahar.
Para que ocurra un lahar no es necesario que el volcán en cuestión se encuentre atravesando un proceso eruptivo. Por ejemplo, las quebradas que se activan cada verano en el sector noreste de la ciudad de Arequipa arrastran materiales volcánicos de pasadas erupciones del volcán Misti, lo cual también sucede en el caso de las quebradas que descienden del volcán Chachani, en el sector norte de la ciudad. En consecuencia, el descenso de lahares en áreas volcánicas del sur del país no es un fenómeno atípico en el contexto de la época de lluvias, sino el resultado de intensas precipitaciones pluviales que arrastran sedimentos volcánicos.
En este contexto, el trabajo de monitoreo que desempeña el Instituto Geofísico del Perú (IGP), a través del Centro Vulcanológico Nacional (CENVUL), es clave para emitir alertas en tiempo real de lahares que descienden de los volcanes más importantes del país. Como casos representativos pueden citarse a los volcanes Ubinas y Sabancaya, donde las quebradas Volcanmayo y Huayuaray-Pinchollo, respectivamente, se reactivan cada verano y provocan la interrupción de vías de comunicación, daños a infraestructuras de riego como canales, reservorios y, en ocasiones, destrucción de áreas de cultivo. La emisión de alertas con información oportuna es vital para los pobladores que habitan en áreas aledañas a los volcanes, lo cual les permite ponerse a buen recaudo.
Ahora bien, más allá de contribuir con la emisión de alertas oportunas, lo que se busca es fortalecer la cultura de prevención de desastres en la población y autoridades del sur peruano, quienes saben que entre los meses de diciembre y marzo ocurren lluvias intensas que originan lahares. Como sociedad, debemos aprender a tomar decisiones a partir de las experiencias vividas; solo así podremos disminuir el riesgo de volver a ser afectados por este tipo de peligro.
Por: Nino Puma, vulcanólogo del IGP
Fuente: IGP