El ozono (O3) es un gas muy oxidante y, como tal, en altas concentraciones afecta la salud de los seres vivos. Por desgracia, su concentración en la atmósfera ha aumentado considerablemente desde el periodo preindustrial y se prevé que seguirá elevada, o incluso aumentará aún más, en muchas regiones durante las próximas décadas.
Este mes de agosto, un estudio publicado en Science Advances alerta que este gas invisible puede alterar la estructura y el funcionamiento de los ecosistemas terrestres y amenazar la biodiversidad de plantas, insectos y microorganismos del suelo en muchas partes del mundo.
En este sentido, el estudio presenta unos resultados inéditos que concluyen que el 2100 las zonas del mundo con más endemismos, como la cuenca mediterránea, las islas del Atlántico del hemisferio norte, Etiopía, África ecuatorial, la costa de la India, el Himalaya, el sur de Asia y Japón, serán las zonas que más sufrirán los efectos de este contaminante oxidante en su biodiversidad.
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