Para conseguir mitigar los efectos del cambio climático y alcanzar una sociedad más sostenible, es necesario transformar el actual sistema energético basado en los combustibles fósiles en un modelo basado en energías renovables, así como cambiar los estilos de vida de la sociedad, apostando por una menor movilidad, dietas alimenticias bajas en carbono, y viviendas de menor tamaño.
Esta es la principal conclusión a la que llegaron los más de 400 científicos que se dieron cita de manera virtual en la Conferencia Internacional sobre Estilos de Vida Bajos en Carbono, organizada por el Institut de Ciència i Tecnologia Ambientals de la Universitat Autònoma de Barcelona (ICTA-UAB).
Tras tres días de intensos debates, las principales conclusiones destacan que, para cumplir con los objetivos del Acuerdo de París, deben plantearse escenarios en los que las soluciones tecnológicas y los nuevos estilos de vida bajos en carbono compartan protagonismo. “Los estilos de vida bajos en carbono deben dejar de desempeñar un papel marginal para convertirse en una corriente principal”, indican.
No obstante, esto no es tarea fácil ya que los estilos de vida están definidos por circunstancias situacionales, conductuales y cognitivas, lo que significa que las políticas y las prácticas sociales pueden moldear fuertemente su evolución.
“El objetivo es reducir la resistencia de los ciudadanos al cambio mostrándoles que los estilos de vida coherentes con los objetivos climáticos son posibles y necesarios”, indican. Para ellos es necesario insistir en los «co-beneficios» de estas nuevas formas de vida, y no solo en los objetivos climáticos.
“Por ejemplo, reducir el uso de los automóviles no solo es positivo desde la perspectiva del cambio climático, sino también de la salud (contaminación del aire, actividad física, etc.). Enmarcar el mensaje en torno a temas con los que casi todo el mundo está de acuerdo, como la salud, permite evitar las divisiones políticas tradicionales”, indica el texto.
Se debe motivar y concienciar a la población de que la sostenibilidad depende del esfuerzo colectivo, y no sólo individual. En este sentido, destacaron que se tiende a sobreestimar el impacto climático de los «pequeños gestos» (es decir, reciclar, cerrar el grifo, etc.), lo que lleva a las personas a pensar que implementarlos es suficiente para combatir el cambio climático. Este tipo de comportamientos de bajo impacto siguen siendo promovidos, tal vez porque se consideran menos “amenazantes” para los individuos.
Los cambios pueden provocar la reducción significativa del uso del carbono, pero hay que mostrar a los ciudadanos cómo esto es posible. “En el ámbito de la movilidad, es necesario no solo hacer cambios tecnológicos sino también reducir al mínimo el número de pasajeros, los kilómetros y la necesidad de viajar”, recogen en las conclusiones, donde destacan otros sectores industriales.
“Debemos reducir la energía en todas las fases del sistema alimentario, y cambiar los comportamientos y dietas actuales por otras más sostenibles, comiendo menos carne o reduciéndola por completo”, indican.
Los desplazamientos en avión, con recientes movimientos sociales en todo el mundo a favor de reducir los vuelos, o la moda, con propuestas que apuestan por el intercambio o la fabricación propia de prendas incluso por encima de la moda sostenible o el reciclaje de ropa vintage, son otros de los ámbitos donde debieran tener lugar los cambios.
Pero, ¿cómo es posible trasladar los objetivos y propuestas de nuevos estilos de vida sostenibles a medidas políticas que los hagan posibles y los consoliden? Frente a la desinformación general existente entre la población sobre políticas climáticas, los expertos abogan por la información como medida principal para su aceptación.
“Poco saben los ciudadanos sobre su huella de carbono, y esta información podría favorecer una mejor toma de decisiones”, indica el texto, que recuerda que no sólo hay que “aplicar políticas climáticas de reducción de emisiones, sino también de reducción de la desigualdad o la pobreza”.
Asimismo, explican que las políticas de tipo comunicativo implementadas en países de todo el mundo tienen una mayor aceptación e impacto que las medidas de tipo jurídico. Los científicos consideran que la publicidad puede contribuir a los cambios de estilos de vida, y recuerdan que ellos, como comunidad científica, deben influenciar y guiar a la sociedad.
“Debemos ser coherentes y consecuentes para influenciar a los demás, y demostrar nuestras propias creencias científicas en la práctica”, indican en el documento. «Para lograr cambios significativos en el estilo de vida, debemos reunir apoyo para tomar medidas colectivas», insisten los científicos.
Nueva vida post-COVID19
Respecto a la excepcional situación generada por la pandemia de COVID-19, indican que la crisis nos ofrece la oportunidad de romper con nuestros hábitos y reconsiderar nuestros estilos de vida. En este sentido, las primeras semanas después del confinamiento serán muy importantes para desarrollar nuevos hábitos, coherentes con los estilos de vida bajos en carbono.
Además, las políticas de recuperación económica tendrían que tener en cuenta los objetivos climáticos, y evitar acciones como subvencionar sectores contaminantes.
Un ejemplo de los nuevos modelos de vida es la propia conferencia científica, que pudo ser reformulada para llevarse a cabo de forma virtual, sin desplazamientos ni gastos logísticos, lo que supuso un menor impacto ambiental. Hacen hincapié en que la crisis sanitaria pone de manifiesto el alto coste de actuar con retraso, así como la necesidad de una acción rápida y radical. Estas son lecciones valiosas que pueden y deben aplicarse a la crisis climática.
Link a la conferencia: https://lifestyle-changes.org/
Fuente:
Ecoticias.com