Ahora que niños, adolescentes y jóvenes se encuentran en casa, cumpliendo las disposiciones de seguridad para detener los contagios del coronavirus, son muchos los padres de familia que expresan su preocupación por la falta de actividades educativas a su disposición o posibles excesos en el uso de videojuegos e Internet – con fines recreativos -, y los gastos que esto representará en su cuentas de luz una vez se supere la emergencia nacional.
La preocupación paterna sobre los efectos negativos de la falta de estímulos intelectuales para sus hijos, dadas las presentes circunstancias, es genuina. Sin embargo, como precisa Mindset Works Inc., una de las líderes en desarrollo y herramientas para una mejor educación, así como el entrenamiento potencia los músculos, sencillos ejercicios – realizados de manera periódica – pueden potenciar el cerebro.
En ese sentido, el Programa Nacional de Becas y Crédito Educativo (Pronabec) del Ministerio de Educación compartió algunas alternativas offline que podrían ser de utilidad para ejercitar las mentes de toda la familia.
Comprensión, escritura y memorización
La lectura no solo alimenta la imaginación, sino también enriquece el vocabulario y fomenta el pensamiento lógico al hacer que el lector ordene secuencias de sucesos en el tiempo. De la misma manera, el escribir, ya sea relatos, poemas o simplemente lo acontecido en el día, estimula la memoria y predispone a la persona a buscar mecanismos para explicarse con mayor claridad.
Una manera de enganchar a los más jóvenes en la pasión por las letras es convirtiendo lo que leen en un juego. Por ejemplo, dramatizando lecturas o construir en conjunto una historia. Por ejemplo, uno de los padres inicia con “Había una vez un gato”. Luego, los hijos o abuelos se turnan para sumar detalles del tipo “Que tenía manchas marrones en el lomo” o “Que dormía todas las mañanas”. La idea es repetir todas las frases antes de sumar una nueva. De esta manera, se va desarrollando la rapidez mental, la imaginación y también la memoria.
Para los más grandes, memorizar sus pasajes favoritos de algún texto, o los versos de algún poema, también constituye un ejercicio ideal para la mente.
Juegos de mesa
Desde el ajedrez hasta los rompecabezas, pasando por el monopolio en todas sus presentaciones, estos pasatiempos jamás pasarán de moda. En cada caso, su uso no solo garantiza varias horas de camaradería y tiempo con los seres queridos, sino también aprendizaje.
Quienes no cuentan con estos juegos en casa, o desean probar algo distinto, podrían optar por la charada. Esto consiste en dividir a los miembros de la familia en dos equipos, y hacerse preguntas sobre temas como películas, cuentos o conocimientos generales, a modo de concurso.
Otra alternativa novedosa está en el libro 1001 juegos de inteligencia para toda la familia, escrito por Àngels Navarro en el 2011. Contiene ejercicios de cálculo, espacio, memoria y razonamiento para todas las edades. Las primeras 13 páginas (con 20 ejercicios) están disponibles gratis y se pueden descargar para más comodidad.
Música clásica
En los años 90, la hipótesis de que escuchar las composiciones de Wolfgang A. Mozart hacía a las personas más inteligentes propició el interés de miles por adquirir sus discos y exponer a los más pequeños a su música. Y aunque hasta el momento ningún estudio científico ha logrado confirmar dicha afirmación, las ventajas que ofrece la música clásica, no solo la compuesta por Mozart, sí ha probado sus efectos positivos sobre las emociones de quienes la escuchan.
“La música es una experiencia sensorial que puede activar todas las áreas cerebrales al mismo tiempo. Por tanto, es útil en terapia porque dispara el funcionamiento del cerebro en el sentido emocional, cognitivo y físico. Con las nuevas investigaciones que surgen sobre la Musicoterapia, se ha demostrado que es útil tanto en rehabilitación, educación y en programas para la mejora del bienestar”, escribe Jonathan García-Allen, psicólogo y director de comunicación del portal español Psicología y Mente.
Una actividad que podría ser atractiva para la familia es descubrir, mediante aplicaciones que funcionan offline como Spotify, las composiciones más representativas de los compositores universales, como los Nocturnos de Chopin, las piezas para ballet de Tchaikovski o las Estaciones de Vivaldi. Un juego que se podría realizar, sobre todo si hay niños, es preguntar si ya habían escuchado alguna de esas composiciones en dibujos animados o películas.