Brasil: La deforestación de un fragmento de Bosque Atlántico eleva la temperatura local

En un estudio realizado en Brasil, científicos de las universidades de São Paulo (USP) y de Campinas (Unicamp) revelan que si se talase un 25% de un fragmento de Bosque Atlántico de aproximadamente una hectárea, la temperatura local aumentaría 1 °C. Por ende, si toda esa pequeña extensión fuese deforestada, el impacto sobre la temperatura máxima local podría llegar a los 4 °C. Estos datos se dieron a conocer en la revista PLOS ONE.

“Logramos detectar los efectos climáticos del calentamiento causado por el desmonte forestal a esa escala de fragmentos del Bosque Atlántico, muy comunes en el sudeste de Brasil”, declaró a Agência FAPESP Humberto Ribeiro da Rocha, docente del Instituto de Astronomía, Geofísica y Ciencias Atmosféricas (IAG) de la USP y coordinador del trabajo.

La investigación se llevó a cabo en el marco de dos proyectos: uno de ellos está vinculado al Programa FAPESP de Investigaciones sobre Cambios Climáticas Globales (PFPMCG), en tanto que el otro está ligado al Programa FAPESP de Investigaciones en Caracterización, Conservación, Restauración y Uso Sostenible de la Biodiversidad (BIOTA-FASEP).

De acuerdo con Ribeiro da Rocha, ya existían evidencias científicas de que el desmonte de bosques tropicales provoca el calentamiento del aire a escala local, pero basadas en mediciones de grandes áreas deforestadas, obtenidas fundamentalmente en estudios realizados en la Amazonia.

“No existía una información detallada acerca del efecto de la deforestación en pequeños fragmentos boscosos, ni tampoco había estudios que tuviesen en cuenta los distintos niveles de antropización [los cambios ocasionados por la acción humana]”, dijo Ribeiro da Rocha, miembro de la coordinación del PFPMCG.

Con el objetivo suplir esta laguna, los investigadores analizaron la relación entre el grado de deforestación y la elevación de la temperatura local en fragmentos remanentes del Bosque Atlántico situados en la zona montañosa conocida como Serra do Mar, en la costa norte del estado de São Paulo, mediante estimaciones de la temperatura de la superficie terrestre (LST, por sus siglas en inglés).

Estas estimaciones de la temperatura superficial se realizan con base en los datos de emisiones de flujos de calor (térmicos) en todo el globo, registrados continuamente por sensores ópticos en el infrarrojo, tales como los están acoplados a los satélites del Programa Landsat, de la agencia espacial estadounidense, la Nasa.

Con base en estos datos, se calculó una media anual de temperatura superficial de decenas de miles de muestras de áreas del Bosque Atlántico de aproximadamente una hectárea y con una cobertura forestal variable entre el nivel total y el desmonte íntegro. Los fragmentos forestales también exhibían distintos grados de antropización, con una variación del 1%.

Los cálculos, realizados durante el doctorado de la investigadora Rianny Leite do Nascimento Wanderley, bajo la dirección de tesis de Ribeiro da Rocha, indicaron que las áreas con menor cobertura forestal presentan temperaturas más altas. Cada aumento del 25% en el retiro de la cobertura vegetal nativa resultó en una elevación de 1 °C en la temperatura local, llegando a 4 °C en los casos de deforestación total.

“Este patrón que se detectó se interpreta como una caracterización de impacto de la pérdida de cobertura forestal en el microclima del ambiente”, dijo Ribeiro da Rocha.

Los impactos en el bosque

Según los investigadores, los fragmentos de Bosque Atlántico que se abarcaron en el estudio,  situados a mayor altura, poseen proporcionalmente una mayor cantidad de carbono almacenado en el suelo en comparación con áreas de la Amazonia. De este modo, la deforestación de esas áreas puede comprometer el balance de carbono del bosque.

“El Bosque Atlántico, que actualmente se encuentra en equilibrio o quizá esté absorbiendo marginalmente carbono de la atmósfera, puede pasar a erigirse en una fuente emisora”, ponderó Carlos Joly, docente de la Unicamp y uno de los autores del estudio.

El aumento de la temperatura en esos fragmentos selváticos afecta más a la respiración que la fotosíntesis de las plantas. Este efecto también contribuye para la liberación de mayores cantidades de carbono desde el bosque hacia la atmósfera, según afirmó Joly, quien es miembro de la coordinación del BIOTA-FAPESP.

“La combinación de estos dos procesos crea una sinergia perjudicial que tiende a hacer que aumenten las emisiones de carbono desde el bosque hacia la atmósfera”, añadió.

De acuerdo con Joly, aún no se sabe si los efectos del aumento de la temperatura en los fragmentos de Bosque Atlántico en razón del desmonte son iguales en todas las especies de árboles.

Normalmente, son las especies pioneras –aquellas que sobreviven en condiciones desfavorables debido a su alta capacidad reproductiva– las que exhiben una mayor capacidad de resistir a los cambios de temperatura, explicó el investigador.

“Aún no reunimos las condiciones como para prever en cuanto tiempo, pero a largo plazo seguramente, el aumento de la temperatura en fragmentos de Bosque Atlántico causado por el desmonte puede influir en forma diferenciada sobre la supervivencia de especies de árboles”, dijo.

“Puede ser que ocurra una disminución de especies típicas de un bosque maduro y que aumente la proporción de especies con mayor plasticidad que, en general, son las pioneras o las secundarias iniciales.”

Funciones comprometidas

El Bosque Atlántico, considerado una de las selvas más ricas y amenazadas del planeta, ocupa en la actualidad un 15% del territorio brasileño, en una región que abarca al 72% de la población del país. Datos recientes del Atlas de Mata Atlântica indican que se perdieron 113 kilómetros cuadrados de este bioma entre 2017 y 2018. El monitoreo se realiza en forma constante y está a cargo de la fundación SOS Mata Atlântica, en asociación con el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe).

Aparte de los impactos sobre la biodiversidad, el desmonte, aun cuando sea a una pequeña escala, compromete importantes servicios ecosistémicos que presta el Bosque Atlántico, entre ellos la regulación térmica, según remarcan los autores.

“El bosque es importantísimo para mantener las temperaturas más amenas en el plano local y regional. La alteración de su funcionamiento puede comprometer esa función”, dijo Joly.

El abastecimiento de agua también sufrir impactos. El Bosque Atlántico alberga siete de las nueve mayores cuencas hidrográficas de Brasil, donde están las cabeceras de los ríos que abastecen reservas responsables de casi el 60% de la producción de la energía hidroeléctrica y suministran agua a 130 millones de habitantes del país.

“El Bosque Atlántico no produce agua, pero protege las cabeceras y permite el almacenamiento en las reservas para el consumo, la generación de energía, la irrigación agrícola y la pesca, entre otras actividades”, consignó Joly.

Por estar situada en áreas extremadamente escarpadas, como las laderas de montañas, el bosque ayuda a evitar los deslizamientos de tierra, muy comunes en períodos de lluvias intensas.

“La remoción o la modificación en el funcionamiento de esos fragmentos forestales puede hacer que disminuya sobremanera esa protección”, afirmó Joly.

Según el investigador, el estado de São Paulo es el mayor inductor de deforestación en el Bosque Atlántico, en la actualidad reducido a un 12,4% de su área original, en razón de la construcción de obras de infraestructura tales como carreteras y gasoductos. El bioma también ha sufrido a causa de la expansión urbana, con la construcción de favelas y de edificios de alto nivel.

Por ser uno de los biomas más amenazados de América del Sur, el Bosque Atlántico ha constituido el enfoque en los últimos años de una gran cantidad de estudios orientados hacia la restauración, a cargo en buena medida de investigadores vinculados al programa BIOTA-FAPESP, subrayó Joly.

La mayor iniciativa de restauración de este bioma cuenta con la coordinación del Pacto del Bosque Atlántico [Pacto da Mata Atlântica], un movimiento surgido en el seno de la sociedad civil y orientado hacia la restauración y la conservación de la selva.

“Existe actualmente un significativo conocimiento acumulado sobre la restauración de Bosque Atlántico. Es lógico que no será posible recuperar todo lo que se ha perdido, pero al menos una parte de las funciones del bosque la podemos restaurar”, sostuvo Joly.

Puede leerse el artículo intitulado Relationship between land surface temperature and fraction of anthropized area in the Atlantic forest region, Brazil (DOI: 10.1371/journal.pone.0225443), de Raianny L. N. Wanderley, Leonardo M. Domingues, Carlos A. Joly y Humberto R. da Rocha, en la revista PLOS ONE, en el siguiente enlace: journals.plos.org/plosone/article?id=10.1371/journal.pone.0225443.

Texto tomado de www.agencia.fapesp.br