Brazo derecho de Iburcio Morales tiene vínculos con empresarios detenidos

Los empresarios de transporte interprovincial Cleves Acosta y Nelson Neira, involucrados en la incautación de 156 kilos de clorhidrato de cocaína en una vivienda de Huanuco, mantendrían vínculos con la producción y tráfico ilícito de drogas en la zona del Monzón, y posiblemente con Salvador Arcayo Céspedes, el principal colaborador del alcalde y líder cocalero, Iburcio Morales.

Según fuentes policiales, Clever Acosta Rodríguez, de 53 años de edad, es un magnate del transporte terrestre en la región: posee el 95 por ciento de las acciones de la empresa ‘Bahía Bus’, socio en la compañía ‘Brisas del Monzón’, que transporta pasajeros y carga entre esa zona y la ciudad de Huanuco; y dueño de un bus en el grupo ‘Turismo Trans-Rey’. También tiene el 25 por ciento de participación en la empresa ‘León de Huánuco’.



Eso no es todo. Acosta registra la posesión de cuatro ómnibus en la empresa ‘Turismo Monzón’, uno de los cuales fue inmovilizado con la droga incautada en el operativo ocurrido en Huanuco. Nelson Neira, por su parte, es socio de ‘Bahía Bus’ y ‘Brisas del Monzón’, y presidente del club deportivo ‘León de Huanuco’. Hasta hace poco vivía en el Monzón donde aún posee tierras y propiedades, y sólidos vínculos con narcotráfico.



La policía también está tras los pasos de ‘el Gordo’, el encargado de modificar los vehículos para el transporte de la droga. Se trata de un ex mecánico convertido de la noche a la mañana en próspero empresario dueño de la línea ‘Bella Durmiente’, que presta servicio de pasajeros y carga de Tingo Maria a Lima. Los tres sujetos mantienen como parte de su organización al dirigente cocalero Salvador Arcayo Céspedes, quien a su vez es brazo derecho de Iburcio Morales.



Lavado de dinero


Mientras en Tingo María los dos principales detenidos, gracias a su poder económico, son constantemente asesorados por un equipo de cuatro abogados, oficiales PNP que participan en la investigación viajaron a Lima llevando información clasificada. Se trata de una carrera contra el tiempo, pues conforme avanzan las horas se agotan los quince días que dicta la ley para desarrollar las pesquisas policiales.


Pese a todo, se supo que entre los investigadores han surgido varias interrogantes. La principal es definir si la compañía de buses es en realidad una entidad de fachada, que sirve para ocultar el lavado de dinero proveniente del tráfico ilícito de drogas.


El analista en temas de seguridad, Rubén Vargas, ha expresado que este caso podría ser un ejemplo de cómo actúan las organizaciones criminales en nuestro país: procesan, acopian y sacan las drogas que se producen en los valles cocaleros, y utilizan empresas ‘de fachada’ para blanquear el dinero obtenido por esa actividad delictiva.


Otra pregunta puntual que se hacen los detectives es quiénes son y dónde están los contactos de la banda, tanto en Huanuco como en Lima. Esta gente tenía la misión de trasportar la mercancía ilegal hacia un puerto del norte de nuestro país, y de allí embarcarla al extranjero.


Las sospechas sobre el comprador de la sustancia recaen en el llamado ‘Cartel de Tijuana’, que pese a los golpes propinados por las autoridades, mantiene una activa participación en el mercado ilegal de drogas en el Perú. La incautación más sonada de los últimos meses ocurrió en agosto pasado, cuando la guardia costera de los Estados Unidos y la Marina de Guerra del Perú incautaron cinco toneladas de cocaína a bordo de un barco pesquero de bandera peruana, que precisamente había zarpado de chimbote.