Jhoselin Tarazona Ocampo culminará sus estudios profesionales este 2020 en la Universidad Peruana Unión (UPeU), filial Tarapoto, becada por el Estado peruano, a través del Programa Nacional de Becas y Crédito Educativo (Pronabec), del Ministerio de Educación. Protegida del inclemente sol por un casco, botas plásticas y una blusa gruesa de mangas largas, Jhoselin recorre de extremo a extremo el terreno sobre el que se construye la nueva Escuela Técnica de Suboficiales de la Policía Nacional, en la región San Martín.
En la obra, cuya entrega está prevista para mediados del 2020, los obreros ya se han acostumbrado a su presencia, y aunque cumplen sin reservas las instrucciones que ella les brinda, sus conocimientos y aplomo no dejan de causarles asombro: con apenas 22 de años, esta futura ingeniera ambiental les ha demostrado que su seguridad y la del medio ambiente no son conceptos aislados en una construcción, sino complementarios.
“Cuando piensas en una obra, una de tus prioridades es que la construcción se ajuste al cronograma y que todos los involucrados trabajen con las medidas de seguridad para prevenir accidentes. Pero otro aspecto igual de importante es que el impacto de esta construcción, como restos de ladrillos, madera, cemento o los de los baños portátiles, sea el mínimo posible para las casas vecinas o campos cercanos”, explicó Jhoselin.
Para Eugenio Herrera, ingeniero ambiental de la obra y jefe de prácticas de Jhoselin, la participación de los profesionales de esta disciplina en San Martín se ha ido consolidando en los últimos años, debido al desarrollo económico de la región. Al respecto, reportes del Ministerio de Comercio Exterior y Turismo (Mincetur), presentados en el primer semestre del 2019, respaldan esta afirmación al consignar que la economía de esta parte del oriente peruano – primera productora nacional de palma aceitera, cacao y café – creció a mayor ritmo que la del país (4,6% vs. 3,2%) en el último lustro.
“La Ingeniería Ambiental contribuye a que, cualquiera sea la actividad que realice el hombre, su impacto en el medio ambiente sea el menor posible. De esta manera, aseguramos que el crecimiento sea sostenible en el tiempo y protegemos la enorme riqueza natural de nuestra selva”, explicó Herrera.
Minimizar el impacto de las actividades del hombre en la naturaleza ha sido precisamente el norte que ha guiado la formación profesional de Jhoselin, quien ha participado en jornadas científicas y congresos nacionales de investigación por sus trabajos sobre el uso de la lombriz de tierra como un biocontrolador para disminuir la concentración de cromo en el suelo.
Asimismo, la producción de bioetanol a partir de cáscaras de plátano y piña; así como métodos para reducir la contaminación por material particulado (compuestos sólidos y líquidos) en el agua del río Cumbaza y el ambiente del popular barrio de Huayco, en Tarapoto.
“Una profesional comprometida con su vocación siempre está buscando nuevas y mejores formas de aplicar sus conocimientos en beneficio de los demás. En cada proyecto que trabaja, en cada equipo que lidera, Jhoselin siempre está pensando en cómo ayudar a las personas. Esa actitud te demuestra que estás ante una futura colega que valora el método científico y el desarrollo económico, pero en armonía con la naturaleza y al servicio de la población”, aseguró Betsabeth Padilla, docente y coordinadora de investigación de la Escuela de Ingeniería Ambiental de la UPeU.
De acuerdo con el Pronabec, a la fecha hay 90 talentos becados por el Estado peruano, incluyendo a Jhoselin, que estudian para convertirse en ingenieros ambientales en la región San Martín. Esta profesión también es la segunda con la mayor cantidad de talentos formándose académicamente en la región, superada solo por Ingeniería Civil, que cuenta con 112 becarios activos, informó el Pronabec a INFOREGIÓN.