«Actualmente, uno de los proyectos en evaluación más importantes en la cuenca amazónica, la carretera Iquitos-Saramiriza, que tiene una inversión estimada de S/ 7 mil millones, promete conectividad para potenciar el comercio local loretano, contribuir al crecimiento económico y reducir la pobreza; sin embargo, según Minagri 2017, los productores agrícolas de Loreto mantienen niveles de productividad por debajo de la media nacional y, en términos de precios, obtienen los más bajos del país.
Al mismo tiempo, no se conoce una estrategia concertada con la sociedad civil para superar estas barreras y disponer de tecnología e investigación para desarrollar productos y mercados. Tampoco se conoce de algún plan para potenciar el turismo en la amazonía loretana, enmarcado en un plan nacional del sector, que desarrolle infraestructura ambientalmente sostenible acorde a ello.
Hay que recordar que no porque los agricultores huanuqueños o huancavelicanos puedan sacar sus productos a la costa han salido de la pobreza y disponen de buenos servicios públicos en salud o educación, por ejemplo, según INEI 2018, Cusco mantiene un nivel de pobreza por encima de la media nacional pese a contar con uno de los principales destinos turísticos histórico-culturales del mundo.
La Política Nacional de Competitividad y Productividad (2018), el más reciente e importante ejercicio de pensar el futuro del país -a pesar de contener un componente de sostenibilidad e incorporar este término en el objetivo general de la política- no plantea una definición de la misma y tampoco incorpora la sostenibilidad social y ambiental en sus líneas de acción. Lo mismo ocurre en su componente de infraestructura, aunque sí se reconoce la importancia de invertir en el capital natural.
El desarrollo de la Amazonía no supera todavía, desde el punto de vista de los hacedores de políticas, el techo de la conectividad. Y cuando se intenta hablar de sostenibilidad, esta suele ser entendida como algo que conduce a impactos ambientales y sociales mínimos. Pero esto omite una dimensión adicional de la sostenibilidad y un componente esencial para el desarrollo de proyectos y el impulso de actividades económicas: valorar las diversas visiones de desarrollo, tanto regionales como de pueblos indígenas.
Pero ese ejercicio de pensar el desarrollo no puede empezar sin condiciones previas habilitantes, entre las cuales tenemos: ordenamiento territorial, titulación de territorios indígenas, atención a la problemática de acceso urgente al agua y salud en zonas afectadas por la contaminación petrolera, el uso de herramientas como la zonificación ecológica económica, que informa de las potencialidades del uso del territorio, etc.
El caso de IIRSA SUR -por el impulso que ha terminado dándole a la minería ilegal de Madre de Dios- demuestra que los caminos pueden generar una riqueza espuria si es que no van de la mano de condiciones previas y de un proceso de planeamiento en el que la población tenga un rol protagónico en la definición de qué entendemos por desarrollo y qué entendemos por riqueza».
Fuente:
Ciro Salazar Valdivia
Derecho, Ambiente y Recursos Naturales