Lima fue fundada hace 484 años sobre un desierto bañado por la cuenca del río Rímac, hoy es una urbe poblada por más de 9 millones de personas que conviven con decenas de especies de fauna silvestre que aún encuentran refugio en lomas y humedales costeros; en playas rocosas y arenosas y en islas; e incluso en parques, jardines y campos de cultivo.
La ciudad capital alberga, por ejemplo, una variedad de aves conformada por cerca de 100 especies de aves típicas de la costa peruana que son fácilmente visibles. Es posible también avistar especies introducidas en la capital (accidental o deliberadamente) que hacen que la lista de especies citadinas sea más larga. Así, en un solo árbol de algún parque de la ciudad es posible encontrar y escuchar el canto de hasta cinco especies.
Una de las aves más comunes que forman parte del paisaje limeño son los gallinazos de cabeza negra (Coragyps atratus), ave carroñera que mucho antes de la fundación de la ciudad, cumple el rol de limpiar las acequias, ríos, campos y playas de animales muertos. Existe la idea que en el escudo de Lima estaría presente esta ave, pero se trata de una especie de águila europea que fue símbolo de los reyes católicos.
Otras de las aves emblemáticas que pueden ser vistas en Lima son las cuculíes (Zenaida meloda), cuyo canto es característico al amanecer y atardecer; los coloridos machos del turtupilín (Pyrocephalus rubinus), habitantes comunes en los parques; el saltapalito (Volatinia jacarina), pequeña ave, cuyos ejemplares machos tienen vistoso plumaje negro azulado y realizan un volantín en el aire para atraer a su pareja.
También destacan los tordos negros (Dives warczewiczi) con su melodioso canto; la golondrina azul y blanca (Pygochelidon cyanoleuca peruviana), llamada también Santa Rosita por su color blanco y azul oscuro que parece un hábito religioso. Entre las especies introducidas están la cotorra de frente escarlata (Psittacara wagleri) y el loro de cabeza roja (Aratinga erythrogenys) que se desplazan en bandadas, alimentándose de frutos y semillas en palmeras y árboles de la ciudad
Entre los colibríes, el más común es la amazilia costeña (Amazilia amazilia) y el más admirado es el colibrí de cora (Thaumastura cora). En las afueras de la ciudad, todavía pueden ser vistas la lechuza de los arenales (Athene cunicularia), de hábitos nocturnos que se alimentan de pequeños roedores e insectos; al igual que los huerequeques (Burhinus superciliaris), aves de patas largas y de característicos ojos amarillos que corren en las pocas zonas descampadas que rodean la ciudad.
Otras especies limeñas sobrevivientes
En cuanto a los reptiles, destaca la presencia del gecko de Lima o de las huacas (Phyllodactylus sentosus), especie categorizada por el Estado peruano como en peligro crítico de extinción por la reducción de su hábitat. Su presencia se circunscribe, en Lima, a las zonas arqueológicas de Pachacamac y el Parque de Las Leyendas; y a las huacas Pucllana y Mateo Salado, entre otros espacios similares.
Algunas especies de fauna silvestre hacen alusión a Lima en su nombre científico, tales como el ratón orejón de Lima (Phyllotis limatus), roedor silvestre que vivía en el desierto de nuestra capital, y que habita en zonas con arbustos, praderas y zonas rocosas como las lomas, acantilados y picos de montañas. Se distribuye a lo largo de la franja costera, desde el norte de Lima hasta Tacna y el sur de Chile.
Asimismo, está el sapo de Lima (Rhinella limensis), anfibio que en el siglo pasado era muy común en las riberas de los ríos de nuestra capital (Rímac, Chillón y Lurín). No obstante, factores como la expansión urbana y la contaminación de las aguas, han ocasionado que solo se le pueda encontrar en zonas altas fuera de Lima, en ríos y chacras. Se distribuye en la costa peruana desde Chiclayo hasta Moquegua.
Es necesario tomar en cuenta que Lima ha crecido y seguirá expandiéndose, pero es difícil imaginar la ciudad, sus playas o las lomas que la circundan sin la presencia de las aves y de otros animales silvestres.
Por lo tanto, debemos aprender a vivir en armonía con ellos. Es necesario preservar los espacios donde aún se les encuentra, no capturar animales, ni liberar especies exóticas o que han estado mucho tiempo en cautiverio sin asesoramiento. La mejor manera de preservarlas es conociéndolas y valorar su importancia.