El Gobierno acaba de publicar la estrategia ‘Vraem 2021’, con la que pretende, bajo el liderazgo de Devida, recuperar las zonas rojas de este valle. Rubén Vargas, jefe de esta institución, dice que hay mucho por hacer, pero que este plan es el primer paso.
¿En qué consiste el plan?
Devida ha estado ausente en el Vraem y ha concentrado sus actividades en el Huallaga. Esa fue una decisión política que se tomó en 2014 y ahora estamos regresando al Vraem con un encargo específico del premier de liderar una estrategia de desarrollo en esa zona.
Desde 2014, ¿el Estado se dedicó solo al Huallaga?
No, en 2014 se tomó la decisión de que en el Vraem quien iba a trabajar los temas de desarrollo era el Ministerio de Agricultura, no Devida. Ahora, el premier ha encargado a Devida el liderazgo de la estrategia en esta zona. Como sabemos, la presencia de las FF.AA. y de la Policía en el Vraem está desde 2008, y se ha logrado encapsular en las alturas del Vizcatán al grupo terrorista cuando pretendía expandirse, poniendo en riesgo el gasoducto de Camisea. No obstante, no se había desarrollado una estrategia integral para enfrentarlos. Eso es lo que ahora estamos haciendo.
¿Qué implica la estrategia?
Mejorar la infraestructura vial, construir puentes, reducir la pobreza, la anemia, dar más cobertura en salud, en educación. Hay mucho por hacer en el Vraem y Devida liderará ese esfuerzo. Antes hubo esfuerzos aislados, no en el marco de una estrategia. Ahora ya tenemos la hoja de ruta.
¿Tiene el respaldo de las autoridades del Vraem? Porque a veces los propios alcaldes son los que avalan las actividades ilícitas.
Hace poco estuvimos en el distrito de Anchihuay, que está en la parte sur del Vraem. Inauguramos una planta procesadora de café, inauguramos el mantenimiento de la carretera más importante de este distrito y realizamos el seguimiento a un proyecto de reforestación de tierras degradadas por cultivos de coca. Esta actividad la realizamos junto con las FF.AA., la Policía y con el alcalde, que está muy comprometido con los temas de desarrollo.
Ese es un buen ejemplo, ¿pero los demás?
La característica de un sector del Vraem es la enorme desconfianza en las autoridades nacionales. Esa desconfianza tiene que ver con estrategias equivocadas que se han realizado desde el Ejecutivo y que no han funcionado. Sin duda hay resistencias, críticas e intereses oscuros. En el Vraem hay distritos que casi el 90% de su economía gira en torno a la hoja de coca. El 75% de la cocaína del Perú se procesa allí. Estamos entrando a una zona altamente sensible, pero lo importante es que ahora estamos teniendo el apoyo de las organizaciones sociales y de los alcaldes del Vraem. Yo estoy bastante optimista.
¿Ya entraron al Vraem?
Ya estamos en el Vraem, estamos implementando en el corazón del valle, en Pichari, una de las oficinas más grandes que tendrá Devida.
¿Cuándo se inaugura?
Esperemos que pronto. Antes de fin de año, sin duda.
¿No hay zona del Vraem a la que el Estado aún no pueda ingresar por los remanentes terroristas?
Estamos trabajando conjuntamente con las FF.AA. y la Policía para entrar a esas zonas duras llevando desarrollo. Hay poblaciones en pobreza extrema que están secuestradas por el terrorismo. Necesitamos llevarle cosas tan básicas como un DNI.
¿Cuáles son esas “zonas duras”?
Por ejemplo, Oronccoy, al extremo sur del Vraem, que no está conectado por carretera. Desde Chungui tienes que caminar 8 horas. Es una población que ha sufrido muchísimo el embate terrorista y allí está todo por hacerse: puentes, carretera, postas, escuelas…
¿La zona sur del Vraem es la más abandonada?
Es una de las zonas más desatendidas. Yendo a la parte centro, necesitamos concluir un tramo de 20 km de la principal vía que conecta la región Ayacucho con el Vraem, la carretera Quinua-San Francisco. Hay muchas cosas por hacer, pero ya tenemos la estrategia.
En los distritos que menciona no está el Estado, no está Devida; están solo los Quispe Palomino.
Yo no diría eso. Los Quispe Palomino están encapsulados en las alturas del Vizcatán y de cuando en cuando salen a hacer su acción terrorista para llamar la atención y dar un golpe mediático, pero no es una zona que dominen.
¿Los sectores encargados harán las obras de infraestructura que se necesitan en el Vraem?
Eso es parte de lo que nos ha encargado el primer ministro. Estamos trabajando en una matriz de proyectos urgentes para todo el Vraem.
¿Cómo está el Perú en erradicación, cultivos alternativos, interdicción, en comparación con Bolivia y Colombia, que tienen la misma problemática?
En los últimos 9 años, se produjo una reducción neta del espacio cocalero en el Alto Huallaga. Teníamos 20 mil hectáreas en 2009 y ahora tenemos 1,600. En el Alto Huallaga ya no hay grupo terrorista que opere y el narcotráfico está reducido a su mínima expresión. En cambio, en Colombia los últimos 5 años se dejó de erradicar y, según Naciones Unidas, hay 190 mil hectáreas de coca. Entonces, trabajar integralmente para combatir al narcotráfico sí da resultados. Primero fue San Martín, donde el premier jugó un papel muy importante, luego fue Huánuco y le siguió Ucayali. Pero, claro, nos falta el Vraem. Ese es el plato de fondo.
Texto: Ricardo Monzón Kcomt
Fuente: Diario “Perú 21”