Nuestro entrevistado, cajamarquino nacido en la localidad de Jesús, consideró como positiva la buena pro a la Southern Perú para trabajar el proyecto Michiquillay. Pero, eso sí, espera que la explotación se haga de manera responsable y que redunde en el desarrollo de Cajamarca. Además, consideró que muchos errores en la gestión minera se deben al Estado, las mismas empresas y la corrupción.
Con Michiquillay, se ha dado un buen paso
“Todos los recursos naturales deben ser aprovechados de manera racional para el desarrollo local, regional y nacional. Sobre todo teniendo un componente social para que mejore el nivel de vida de la gente en Educación, Salud, Infraestructura, etc”, subrayó Vásquez.
“Respecto a Michiquillay, se ha dado un buen paso. Tanto el Gobierno central como los empresarios del proyecto han logrado conseguir la licencia social. Es decir, han explicado las ventajas para el desarrollo de Michiquillay, de La Encañada, y para el desarrollo del país. Finalmente, la población dio su visto bueno, y hay que esperar”, consideró.
Al respecto, agregó que hay que hacer una minería responsable para que repercuta en elevamiento del nivel de vida de la gente y en el respeto y cuidado medioambiental. Vásquez citó el caso de la “minería verde” que existe en Canadá o países de Europa que permite el desarrollo protegiendo el entorno natural.
Remarcó que es importante dar “oportunidades a la gente lugareña para que pueda mejorar como fruto de esa explotación de los recursos. Si no se tiene en cuenta eso, se comete un error. Todos ganamos con una gestión coordinada, respetando los derechos de la población, como la empresarial. La convivencia pacífica genera condiciones favorables al desarrollo”.
Rechazo a la minería se da por errores del Estado y de las empresas
Ante un sector cajamarquino contrario a la explotación minera, consideró que es una posición que “hay que aceptar como una realidad”. Afirmó que esa expresión tiene una explicación. Por ejemplo, citó que en la ciudad de Cajamarca, tras la bonanza económica vivida, el 30% de la población no tiene agua potable en casa. La infraestructura local no siempre está en buen estado. “Ello no es culpa de la minería totalmente, sino de las autoridades que llegan con programas demagógicos” y que se dedican a hacer mal manejo de los recursos, sentenció.
Refirió que parte de culpa la tienen las mineras porque muchas veces contrató gente que no era de la región y desaprovechó la ocasión de generar empleo en Cajamarca. La responsabilidad social nos dice que hay que dar prioridad al desarrollo local, pero el Estado cometió el error de abandonar la zona y dejarla al buen albedrío de autoridades locales, citó. Por eso la gente no percibe mejoras y “no falta un agitador que diga que la culpa es de las empresas nomás”, acotó.
La informalidad campea ante un Estado torpe
La presencia de la minería informal en la zona se da “cuando el Estado actúa torpemente”, y no es capaz de impulsar su legalización para que así los informales aporten al fisco. Refirió que de todos los involucrados en este tema, hay unos cuantos que financian y contratan gente para desarrollar estas actividades. Son “quienes se ganan la torta”, citó.
Además, nuestro entrevistado citó al economista Hernando de Soto, quien también demandaba una acción desde el Estado para promover un programa real de formalización de los informales. El Estado, la Sunat, el pueblo, todos tienen que unir esfuerzos en ese sentido, remarcó.
Se debe desterrar el “diezmo”
La corrupción es otro elemento que abona a favor de la desconfianza de la gente ante la acción de las empresas o del Estado, acotó Vasquez. No solamente en caso de la minería, sino en el transporte y salud, al momento de ejecutarse obras en casi el 80% o 90% de ellas, hasta en los pueblos más lejanos, está instituido el diezmo. “¿Qué significa?, una coima, pues”, citó. Esto resultará en una obra mal hecha, por ello hay que eliminarlo, ya que ha corrompido la política.
Finalmente, nuestro entrevistado refirió que todo esto es percibido por la gente. Consideró que por eso hay una desazón y una sensación de impotencia, ante esta malversación de fondos de todos los peruanos. Y esa impresión se ahonda cuando se contrata más que nada a gente de otras zonas para ocultar lo que están haciendo, expresó.
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