El proyecto de ley que autoriza la transformación y comercialización de la hoja de coca en harina, recientemente aprobado por la Comisión de Defensa Nacional, es un despropósito que nos recuerda que, a pesar de ser el segundo productor mundial de cocaína, aún no hemos entendido todas las aristas e intereses del narcotráfico.
Se dice que el proyecto de ley evitará el desvío de la coca a las pozas de maceración mediante la conversión en harina. Falso.
Pongámonos por un momento en el escenario que presenta la congresista Nancy Obregón: se instalan máquinas moledoras en toda la selva alta y se tritura las 117 mil toneladas de coca que existen en el Perú.
¿Esto impedirá que el narcotráfico ya no tenga coca? No. Porque la demanda de coca para la cocaína seguirá existiendo y los campesinos producirán más coca, para satisfacer a las moledoras de Obregón y al narcotráfico.
El proyecto de ley legaliza las 60 mil hectáreas de coca existentes. Esto permitiría, según Obregón, tener un control de los productores y les facilitaría asociarse para comprar sus moledoras.
¿Nuestros congresistas no se han dado cuenta de que al legalizar todos los cultivos están dándole la cobertura legal para vender libremente la coca al narcotráfico?
¿Cuál va ser el argumento de defensa de los campesinos cuando se intente erradicar la coca que alimenta a las pozas de maceración?
Obviamente dirán que es la coca cultivada primorosamente para las moliendas de Obregón, por lo tanto son legales.
¿Alguien podrá distinguir qué coca es para harina y cuál para la cocaína? No nos tomen el pelo, la cocaína es un problema muy serio y no pueden seguir jugando a ser cándidos.
El artículo 5 del proyecto de ley deroga todas las normas que se le oponen.
Esto significa que, la Ley 22095, que prohíbe nuevos cultivos y reconoce como legales solo a los productores inscritos en los padrones de Enaco, quedaría derogada.
También nos estaríamos apartando de todo el marco legal internacional, porque las convenciones sobre estupefacientes de Naciones Unidas ordenan a los Estados suscriptores el control y la erradicación de toda la coca que excede al consumo tradicional.
Nuevamente el Gobierno se muestra incoherente frente al problema de la coca ilegal.
El mismo día que Édgar Núñez, congresista del Apra, festejaba la aprobación del proyecto en cuestión, en Viena (Austria) la delegación peruana encabezada por el jefe de Devida defendía la posición de mantener a la coca en la lista de productos controlados.
Esto es difícil de entender, a no ser que la congresista Obregón haya decidido cobrar alguna factura política al partido de gobierno, con la finalidad de mostrar como un gran éxito a los cocaleros que trajo a Lima para realizar sus marchas de sensibilización.
Es necesario que el pleno del Congreso muestre una reflexión más madura y rechace definitivamente la pretensión de legalizar toda la coca con el pretexto de convertirla en harina.
No estamos hablando de la yuca o el camote, sino de un arbusto que era sagrado en los Andes, pero que los narcotraficantes la degradaron en la selva.